
Experiencias impactantes, buenas recomendaciones musicales, opiniones muy personales y para nada, políticamente correctas, y un lenguaje directo que hacen que el libro se consuma en un abrir y cerrar de ojos. Puedes o no compartir sus puntos de vista -“La música clásica necesita un enema, no premios”- o su forma de expresarse (El libro comienza así: La música clásica me la pone dura), pero lo que es indiscutible, es que es un enamorado de su profesión de pianista de música “clásica” y un hombre sincero.
Cada capítulo viene encabezado por alguna grabación sobre la que hace algunos comentarios y que han sido importantes durante su vida.
Es un artista hiperactivo que graba actuaciones, realiza documentales para la televisión británica y desde que reside en España escribe artículos en la prensa con regularidad.
Al leerlo solo caben dos posibilidades: lo adoras o lo odias. La única reacción imposible es la indiferencia.