Oliver Stone vuelve a los 60 a Los Angeles para mostrarnos su visión personal sobre la mítica banda de rock.
Se vuelca totalmente en la figura de su cantante, Jim Morrison, interpretado de manera fiel por Val Kilmer que se preparó física y musicalmente durante meses para el papel.
La película se centra en la parte psicodélica, el abuso de las drogas y muestra al cantante en un estado semiinconsciente perpetuo dejando de lado su parte de creación como poeta y músico. El resto de la banda aparece retratado solo en referencia a él, mostrándolos casi como comparsas, lo cual hizo que los miembros vivos de la formación, se quejaran de la poca fidelidad a la realidad.
Como ya se puede advertir, es una película que provoca división de opiniones. La puesta en escena, casi de videoclip, psicodélica, y con una constante saturación de colores (rojos, naranjas, amarillos…) busca fundirse con las sensaciones de la música.