¿Qué pasaría si a la nota más grave cantada por Barry White le bajaras 9 octavas, le añadieras un compresor y lo reprodujeras en un subwoofer del tamaño de 3 campos de fútbol (americano, claro)?
Efectivamente, que sería una mieeeeeeerda minucia comparado con el sonido más grave del universo descubierto hace seis años por unos científicos con gafas que viven en casa de sus padres a pesar de su edad y calvicie.
Aquí tenéis los datos, no me digáis luego que me lo invento:
En marzo de 2013, la revista de astronomía Sky and Telescope informó del descubrimiento de la nota musical más grave conocida en el universo. El origen de esta nota es el cúmulo de galaxias Abell 426, a unos 250.000.000 de años luz de distancia. El cúmulo está rodeado de gas caliente, a una temperatura de unos 25.000.000ºC, y presenta ondas concéntricas que se extienden hacia afuera, ondas acústicas. A partir de la velocidad del sonido a esa temperatura (unos 1.155 km/s) y el espacio observado entre las ondas (unos 36.000 años luz) es fácil averiguar la frecuencia del sonido: unos 3x Hz, que corresponde a un si bemol casi 57 octavas más grave que el do medio. Dice el informe: “¡Habría que añadirle 635 teclas al extremo izquierdo del teclado del piano para hacer sonar esa nota! Ni un contrabajo llegaría a una nota tan grave”. (La música y los números, Eli Maor Ed. Turner 2018, pág 105)
¿Os habéis dado cuenta también, verdad?
Parece mentira que después de tantos datos, suponemos que contrastados, acaben con la simpleza chorrada de la nota del contrabajo. ¡El sonido más grave de un contrabajo está dentro de la tesitura del piano!
Quizá la conclusión principal sea…Ellos a sus números y nosotros a nuestras corcheas.
¡Viva Barry White!
¡Subwoofer rules!