El vuelo del moscardón bien merece un versión.
Esto es lo que han pensado muchos músicos. Demasiados. Yo diría que todos. Pero es difícil…
Es por eso que el mundo se divide entre:
1. Los que no pueden tocarla porque son malos instrumentistas pero dicen no hacerlo porque es una canción «sin alma» (ellos son músicos sin dedos).
2. Los que sí pueden tocarla y tras pasar tantas horas ensayándola quieren que su versión pase a la historia (ellos son músicos sin empatía hacia el público).
Os dejo con una selección que os dejará…¡patidifusos! (cuya etimología quiere decir «con las piernas borrosas», como bien sabéis).
TOMAOS UN OMEPRAZOL – o cualquier otro protector gástrico – y ¡ADELANTE!
- Geoffrey Rush en la película Shine. Él mismo toca el piano. Todavía hay nivel.
2. Versión virtuosa a cargo de un cimbalista húngaro.
3. Parece vuestra abuela, pero seguro que ella no toca así la balalaika.
4. Estos ya pasaron de estudiársela. A ver, que tocar esto con la tuba…
5. Así suena en plan pachanguero mexicano.
6. A estas alturas algunos daríais lo que fuera por una versión heavy. Pues la hay. Ahí tenéis una metalera.
7. Ahora toca la fusión con la electrónica. Si me perdonáis yo voy al baño mientras. Se me está acumulando…
8. Dejo para el final a este «person». ¿Cómo definirlo? Paso. Juzgad vosotros mismos. (Pero juzgad, ¿eh?)
9. El Maksim es un jefe y repite. Ahora con un colega. ¿A que no los queréis como cuñaos ni nueros…ni conocidos?
Sin duda nueve son muchas versiones. Pero hay más.
Y como diría nuestro amigo Mike, antropólogo jefe de Dinotren:
«Salid afuera a la naturaleza y descubrid muchas cosas»