Ludwig van Beethoven: Agujas en un interminable pajar

AÑO BEETHOVEN III / SHERLOCK NOTES

Cuando a uno le dicen que una determinada sección de un blog, revista, libro, etc… está dedicada a buscar música clásica desconocida o infravalorada, cada persona se imaginará un tema distinto: una pequeña biografía de algún compositor germano-soviético de los años 60, una exploración de la música de un país del cual no se hable mucho en el panorama clásico, la reivindicación de un compositor conocido pero cuyas obras parecen no cuajar en las salas de concierto…

Probablemente saldrían tantas opciones como personas. Si hay algo en lo que absolutamente todo el mundo coincidiría, es que Beethoven sería la última opción para hacer algo así. ¿Qué pinta uno de los compositores más famosos de toda la historia en un apartado de música desconocida? A ver por dónde empiezo…

Ludwig van Beethoven es uno de los grandes genios, no solo de la música, sino de toda la historia de la humanidad y su nombre puede aparecer al lado de otros como Platón, Da Vinci o Einstein sin ningún tipo de problema. Fue una de esas personas cuyo paso por el mundo acarreó unos cambios profundos de los cuales no hubo retorno.
Ya de entrada, fue el responsable de convertir la música en un oficio independiente, sin depender de nobles o religiones y alzándose como el primer compositor autónomo que vivió de los encargos y proyectos que solo él escogió, no sin sus dificultades y mucho menos sin hacer encargos para llenar la nevera (o el pozo de sal, o lo que fuera que tuvieran en la época).
Esto es algo para lo que Mozart andaba por buen camino, y que habría conseguido de no ser por sus demonios personales, que truncaron la que podría haber sido la primera gran carrera de la historia de la música.

Además de este pequeño detalle, impulsó muchos otros cambios:

  • Fue el primer gran ídolo de masas de la música, a cuyo funeral asistieron más de 10.000 personas.
  • Rompió todos los cánones expresivos y estructurales que se esperaban de los géneros que trabajó, dejando a la música en el camino hacia el romanticismo (ya en marcha en la literatura y liderado por Goethe)
  • Puso al ser humano como razón de ser de la música, en la que unió todos sus conocimientos de arte y filosofía, además de sus ideales de igualdad entre el hombre, que vio reflejados en la Revolución Francesa (hasta que Napoleón los echó por tierra al coronarse emperador), algo que se puede ver perfectamente en la elección del poema de Friedrich Schiller que usó en la famosa melodía de su novena sinfonía.
  • Elevó el valor de la música como expresión artística, considerada un arte menor en una época en la que imperaban la literatura y la pintura.

Y me temo que aquí tendré que parar, porque si quisiera enumerar y explicar todos los logros que consiguió de manera directa o como inspiración de otros músicos necesitaría empezar otra sección en este blog dedicada solo a ello.


Todo esto nos lleva a la pregunta anterior ¿Por qué Beethoven? Porque un problema que tienen en común todos los compositores que han trabajado con un gran abanico de géneros y plantillas instrumentales es que las piezas que no se corresponden con nombres espectaculares (sinfonías, sonatas, cuartetos…) acaban quedando enterradas por aquellas de más envergadura, y esto es algo que pasa con mucha facilidad con la música para piano solo. Siendo este el instrumento con el que más se identifica a Beethoven, no puedo encontrar mejor manera de inaugurar esta sección que rescatando algunas de estas joyas perdidas en un océano de obras maestras de alguien que nos regaló el comienzo de la música como la conocemos ahora.

Fantasía op. 77

Cuando un compositor que se dedica a romper las reglas entra en un género como la fantasía, que insta a no ceñirse a ninguna, acabas con una obra como esta. Un viaje que te lleva a sitios extraños de maneras extrañas, plagado de cambios de tono y con sorpresas expresivas y estructurales prácticamente en cada página. Esta pieza tiene la peculiaridad de que nos enseña de manera muy nítida la parte más improvisadora de Beethoven, y es que este era famosísimo por ser un gran improvisador al piano, fama que eclipsaría su faceta temprana de compositor incluso habiendo publicado sus primeras grandes obras.

Presto en Do menor

Una espectacular pieza con una complicada trayectoria. Originalmente concebida como un movimiento de su sonata para piano nº 5, es probable que Beethoven lo descartara debido a la similitud de su carácter con el movimiento final. A pesar de revisar la pieza en dos ocasiones, jamás la llegó a publicar en vida, y desde que vio la luz ha llegado a tener tres nombres distintos, haciendo muy difícil que encuentre un lugar tanto en los intérpretes como en los oyentes.

Para Elisa (Versión de 1822)

Soy consciente de que si esta fuera la primera pieza que hubieras visto en este artículo lo habrías cerrado de inmediato. ¡Cuidado! Este no es el Para Elisa que conoces. Resulta que a pesar de ser de sus melodías más icónicas, y de haber sido compuesta en 1808, Beethoven no la publicó en vida y ni siquiera la dejó preparada para una edición póstuma. En su última etapa compositiva, Beethoven revisó varios de sus sketches con la intención de publicarlos para paliar un apuro económico, y el Para Elisa fue una de las piezas consideradas para publicar. A pesar de esto, no llegó a terminar el proyecto, quedándose inacabado hasta que el musicólogo Barry Cooper, especialista en el mundo Beethoveniano, la acabó de editar dejando al descubierto cambios bastante interesantes respecto al original.

Andante Favori

Otra pieza que originalmente iba a ser un movimiento de sonata, en este caso de la monumental Waldstein. Debido a la longitud del primer y tercer movimiento, Beethoven decidió prescindir de esta inocente obra, sustituyéndola por el trascendental segundo movimiento que nos ha llegado. Tal vez este cambio favorezca al andante, una pieza que a pesar del carácter tan inocente que tiene, es larga y desarrolla mucho sus ideas. Habiéndonos llegado como una obra individual podemos disfrutar del Andante Favori como la pieza elaborada y optimista que es, sin tener que hacerse un hueco entre el resto de la sonata a la que originalmente pertenecía.

Polonesa op. 89

Del mismo período que la Fantasía (las separan 6 años). Una pequeña pieza intrascendente del Beethoven más inocente, que se limita a pasárselo bien con las ideas que presenta y con sus habituales decisiones extrañas, evidenciadas en esta enérgica interpretación de Paul Badura Skoda.

Preludios op. 39

Un particularísimo homenaje por parte de Beethoven hacia Bach, uno de sus ídolos. Del mismo modo que Bach compuso 24 preludios y fugas en todos los tonos, aquí Beethoven decide pasar sus pequeños temas iniciales por 24 tonos mayores en ambas piezas, creando unas sonoridades muy marcianas especialmente para su época y una gran inestabilidad en el oyente. Otro testamento de la enorme cantidad de recursos y la imaginación de este genio, que va hilando las piezas sin que la técnica haga que la música pase a un segundo plano.

Erlkönig

La aportación que Schubert hizo al texto de Goethe resultó en una de las mejores canciones de la historia, y una auténtica masterclass en cómo añadirle música a un texto existente. Beethoven lo intentó antes pero solo dejó un esbozo en el que anotó la melodía y los primeros compases del acompañamiento, una idea que el compositor Reinhold Becker completó con algunas aportaciones personales al fragmento escrito. La versión que adjunto es una revisión de la de Becker que ajusta sus ideas un poco más al boceto original.

Rondo a Capriccio

Una pieza que ciertamente está mucho más viva que la mayoría de las citadas anteriormente, y que podéis encontrar en un recital de piano. Sin embargo, es extraño que no cale entre el público (entendido o no) debido a su tremendamente pegadiza melodía y su naturaleza. Toda esta pieza es una broma. Un juego que se ríe de nuestras expectativas casi como hacía el propio Beethoven con las audiencias para las que improvisaba, y que este utiliza para demostrarnos toda su técnica básica pianística en tan solo 6 minutos.

El tercer movimiento del segundo concierto para piano

De las grandes obras de Beethoven, su segundo concierto para piano es de las que ofrece con mayor claridad una mirada al sitio de donde viene. Este concierto es en realidad el que se compuso primero (comenzó en 1787 con dos revisiones la primera de las cuales fue el año de composición del 1er concierto, mientras que el “primero” se compuso en 1798) De hecho, hay más distancia entre el 2 y el 1 que entre el 1 y el 5.

Sabiendo esto, no podremos evitar ver que este concierto es una rara avis, especialmente comparándolo con el sonido de los que son inmediatamente anteriores y posteriores en la numeración habitual. Sus melodías son mucho más clásicas, su sonido mucho más amable, apenas aparece el registro grave y pesado por el cual Beethoven es tan conocido, su plantilla no tiene el ensanchamiento de los vientos que haría posteriormente… ¡Ni siquiera tiene percusión! Sin embargo, el motivo por el que he incluido este movimiento en el artículo es porque augura lo que sería el estilo Beethoveniano, agresivo rítmicamente y con sus famosos claroscuros dinámicos y expresivos. Y qué narices, es terriblemente pegadizo. ¡Si estás tarareando la melodía! Lo oigo desde aquí…

“El concierto 5 y ½”

Para entender la existencia de este concierto debemos tener en cuenta que a pesar de que Beethoven ha sido de los pocos compositores revolucionarios y difíciles que logró tener éxito en su vida, el hecho de que su música fue difícil para la época sigue estando ahí. Varias de sus obras monumentales fracasaron en su momento, incluyendo la 9ª sinfonía, algo que en nuestros días no nos podemos creer.

Uno de estos fracasos inimaginables fue el de su concierto para violín, que dejó un tanto indiferentes a sus primeros oyentes a pesar de haber marcado un nuevo referente para la técnica violinística y de ser en nuestros días uno de los conciertos más importantes de la literatura del instrumento (junto a los de Mendelssohn, Bruch, Sibelius, Brahms y Tchaikovsky). El compositor Muzio Clementi recomendó a Beethoven hacer una versión para piano por motivos económicos y para tal vez enjuagar el mal sabor de boca que había dejado la versión original, dando lugar a esta curiosa versión de una gran obra.

Y ya para acabar, os dejo con una obra prácticamente desconocida incluso para el fan más acérrimo de Beethoven:

Vale me habéis pillado, esto no es Beethoven. Bueno, sí y no y es que como puedes ver aquí.

Joel es un grandísimo admirador de Beethoven, y se apuntó al carro de músicos como Eric Carmen con All by myself, Carlos Santana con Love of my life o Paul Simon con American tune que se basaron en música clásica para componer canciones pop (con Rachmaninoff, Brahms y Bach respectivamente) utilizando el segundo movimiento de la sonata para piano  “Patética” para el estribillo de esta canción.

Y es que al final Beethoven ha logrado impregnar su influencia en toda la música posterior a él desde Schubert, Liszt o Wagner hasta Daft Punk, Kendrick Lamar o Death Grips. Cualquier persona que decida dedicarse a la música, sin importar el género que trabaje, está beneficiándose de elementos que tienen su origen en el paso de Beethoven por este mundo, con lo cual su persona sigue sin haber perdido importancia ni 250 años después de su nacimiento, igual que su música.

Por todo esto y mucho mas ¡Feliz Año Beethoven a todos!

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Author: Rafa Roca

Barcelona, 1.996. Titulado superior de piano clásico en el Conservatorio del Liceo. Siento un hambre voraz por todo tipo de música, que me ha llevado a realizar proyectos en varios ámbitos tanto de la música clásica como de la moderna, entre los que se incluyen varios recitales de piano solo, actividad docente, una actuación en el Salón del Manga, la creación del grupo Porbou o incluso un pequeño dúo con Chick Corea. Tengo un especial cariño a la música desconocida o infravalorada, que siempre intento dar a conocer ya sea programándola en mis conciertos, haciendo difusión en mis clases o con los artículos que podéis leer en este blog.

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