
Película musical centrada en Dublín en los años 80, donde un grupo de chicos crea una banda para salir de sus anodinas y grises vidas marcadas por el abandono que sufren en el colegio y las difíciles situaciones familiares.
La trama presenta temas conocidos y vistos en mil películas: un grupo de amigos que monta una banda, un chico joven que vive su primer amor por una chica mayor que él, un hermano mayor que ha visto sus ansias de cambio eliminadas por sus padres y pretende ayudar a su hermano pequeño para que no le pase, primer concierto en el baile de graduación…
Mientras tanto vemos el progresivo crecimiento de la banda desde la pareja de amigos inicial, hasta tener todos los miembros y dar su primer concierto.
Y toda la narración se ve salpicada de muchos momentos –casi vídeos- musicales.
Si todo el material parece tan trivial, ¿qué es lo que la hace muy recomendable?
Primero de todo la calidad de la música. Se transmite una pasión por los sonidos de los años 80 (Depeche Mode, Spandau Ballet, A-ha, Duran Duran, The Cure…)
Los temas originales que inventa la banda son totalmente ochenteros con todo el arsenal armónico, estético y sonoro que ello supone y de una calidad sorprendente.
Planea siempre el momento histórico de la llegada de los videoclips que cambiarían para siempre la manera de entender o escuchar la música.
La historia es tratada de una manera amable y “blanca” pero sin caer en el sentimentalismo –una línea muy fina fácil de cruzar-.
Los personajes despiertan en el espectador de cierta edad las sensaciones que nos invadían en la juventud y puede suponer para el público más joven, un espejo de los sentimientos que nos invaden en la adolescencia.
En resumen, es una película muy recomendable que recuerda en muchos aspectos a Billy Elliot.
Os recomendamos igualmente dos películas del mismo director que muestra una especial sensibilidad para la música: Begin again y Once.