AÑO BEETHOVEN VI
Howard Gardner, psicólogo impulsor de la conocida teoría de las inteligencias múltiples, no deja de insistir en todas sus obras relacionadas con la educación, en la importancia de lo que ha venido a llamarse, el “aula extendida”. Hace hincapié en el hecho de que la educación puede darse más allá de las cuatro paredes de la clase, de que hay vida (y mucha) al cruzar la verja de la escuela. Por eso, aconseja que exista una verdadera simbiosis entre todas las instituciones de la ciudad, desde el ayuntamiento, hasta el estadio de fútbol, pasando por los museos, auditorios, acuarios…
Gardner no es el único. El director de orquesta inglés, Simon Rattle, parece tener una idea similar a la del psicólogo americano (que, dicho sea de paso, se enorgullece de tener en el primer lugar de su curriculum que ha estudiado piano). Rattle quiere llevar la música más allá de las paredes insonorizadas de los teatros y auditorios. Quiere que, gracias a su poder universal, pueda ayudar y tocar en el corazón incluso a aquellos que pensaban no tener uno. De ahí que, en la temporada 2003/04 con la Filarmónica de Berlín y con la ayuda del coreógrafo Royston Maldoom, comenzara un ingente y magnífico proyecto educativo, que consistía, nada más y nada menos, que interpretar la Consagración de la Primavera de Stravinski, involucrando a más de doscientos adolescentes y adultos en la danza.
Hace dos años, en el marco del 67º Festival Internacional de Santander, se proyectó el documental sobre el proyecto realizado. Desde ese momento algo comenzaba a moverse dentro de mí. Había que hacer algo en Cantabria.
¿Pero qué se podía hacer? Cantabria, donde vivo, ha tenido en el pasado una rica tradición musical y un maravilloso folclore, que desgraciadamente está decayendo poco a poco. Si bien es cierto que hay numerosos coros, grupos de danzas, conservatorios, una banda municipal y una interesante programación musical, lo cierto es que, esta vida cultural apenas de percibe. Por lo que respecta a la parte “culta”, como suele ocurrir, son siempre los mismos los que van a los conciertos, mientras que el sector más joven es prácticamente ausente.
Como músico y docente en varios niveles educativos, creo firmemente que el arte es de vital importancia para la persona, y cuanto antes comience a formar parte de ella, mejor. Creo que no hace falta volver a citar aquí todos los estudios que, desde múltiples disciplinas como la psicología, la sociología o la reciente neurociencia, han mostrado y demostrado el enorme potencial que tiene la música en todas las dimensiones del ser humano. Entonces, ¿qué hacer? De pronto, Beethoven acudió para responder a mi problema. El nacimiento del grande de Bonn era la ocasión perfecta. Al poco de que la idea se posara en mi cabeza, llamé a Gonzalo Silió, otro soñador, socio, colega y uno de los educadores que me ha inspirado en mi manera de trabajar. Tenía que hablar con él urgentemente. Ni que decir cabe que la idea le entusiasmó desde la primera palabra y ese mismo día comenzamos a elaborar el proyecto. No iba a ser fácil. Queríamos reunir en un coro a cuantos estudiantes de secundaria de Cantabria fuera posible para interpretar el coro final del último movimiento de la Novena de Beethoven. Decidimos repartirnos el trabajo: él se ocuparía de la dirección administrativa y de gestión, y yo de la dirección artística. Llamamos a numerosas empresas e instituciones buscando patrocinios, institutos de secundaria para presentar la idea y medios de comunicación. Finalmente, con mucho trabajo y poco apoyo, conseguimos reunir a un grupo de más de doscientas personas, entre profesores y estudiantes, para comenzar una idea que poco a poco se convertía en proyecto. Por otro lado, la orquesta Ataulfo Argenta/UIMP de Santander, con su director Vicente Pelechano, también se subió al barco y la Universidad Europea del Atlántico, nos proporcionó apoyo logístico y de difusión. Aquí la noticia de la prensa local, del Diario Montañés, anunciando el proyecto:
No fue nada fácil organizar los centros, para que pudieran comenzar los ensayos, dividirlos por voces, preparar todo el material (particellas, audios…) ensayar durante las clases y algún recreo, atender a la parte de redes sociales (muy floja todavía), sin olvidar las “obligaciones” del currículo, exámenes y demás. No puedo dejar de mencionar la gran alegría que nos produjo María Rosa cuando, desde Instituto de Música Online (IMO), contactó conmigo tras un tweet en el que presentaba el proyecto. Desde el primer momento, el Instituto se ofreció en colaborar en todo lo que fuera posible. Muestra de ello, ofreció a todos los docentes que participaban, un curso de dirección de coro de manera totalmente gratuita, de lo que le estamos enormemente agradecidos. A día de hoy seguimos en contacto, y muestra de ello es este pequeño artículo.
Tras mucho debatir, decidimos establecer algunas fechas. Así el 22 de noviembre de 2020, día de Santa Cecilia, se celebraría el gran evento y el 30 de enero la presentación oficial. Aquí podéis ver la noticia:

Fue una jornada emocionante, en la que los alumnos pudieron cantar y visitar la Universidad. Además, contamos con el apoyo de la Asociación de Italianos en Cantabria “Amici Miei”, que nos ofreció un pequeño piscolabis al finalizar el acto.
Todo ello siguió motivando a todos para seguir trabajando. Pero llegaron los problemas. La presión de los exámenes, el cansancio y, finalmente, el virus, nos han obligado a posponer sine die el proyecto. Eso no significa que no se vaya a hacer. Todo lo contrario. Justamente por la fuerza de la sinfonía y lo que la figura de Beethoven representa, su espíritu de lucha, rebeldía ante lo políticamente correcto, sensibilidad y ganas de vivir, #BeeCantabria2020 debe seguir y, en algún momento, presentarse ante toda la comunidad cántabra. Es un reto, posiblemente el más difícil que se haya propuesto, pero tenemos que conseguirlo. Y no sólo por una cuestión artístico-musical. Un proyecto de este calado, podría abrir la senda hacia un nuevo paradigma de innovación educativa a través del Arte, un cambio en la manera de educar y de que cada persona pueda mostrar su mejor versión ante la sociedad. En definitiva, crear un mundo más feliz.
Desde aquí agradecer de corazón a todos aquellos que han hecho posible que la idea de unos soñadores pueda comenzar a andar, como un niño pequeño que se va haciendo adolescente.
Comentar que tenemos Instagram y Twitter, gracias a uno de mis alumnos, Álex, que me ayudó con la parte informática.
Este texto ha sido escrito por Matteo Conti, profesor de la Universidad Europea del Atlántico y de institutos de secundaria. Precursor de toda esta idea.