Las sinfonías de Beethoven: un camino hacia el futuro

AÑO BEETHOVEN VIII

De todos es sabido el genio de Beethoven, y por lo que a veces leo, de unos cuantos es sabido que cuando el maestro de Bonn comienza a componer profesionalmente, a la edad de 27 años (1797), ya padecía ciertos síntomas de sordera. De hecho, su sonata nº 8 op. 13 “patética” muestra a la perfección lo que la música va a suponer para Beethoven: una expresión de su alma.

Mi intención en este pequeño escrito no será otra que intentar marcar la evolución de la historia de la música a través de sus 9 sinfonías. Es impresionante comprobar como cada una de sus sinfonías tiene una peculiaridad o un elemento distintivo que va marcando la diferencia con respecto al pasado y con ello va marcando un camino hacia el futuro.

Por lo tanto, no me detendré en explicar largamente cada una de las sinfonías, para ello ya tenemos muchos escritos muy interesantes y muchos análisis difíciles de mejorar, como los análisis realizados por Markevich, entre muchos otros que podría nombrar, sino que lo que voy a hacer es ir nombrando la innovación que Beethoven incorpora en cada una de sus sinfonías de una forma escueta, pero que finalmente, espero, den una visión global de la magnitud de la obra sinfónica del maestro.

1ª Sinfonía op. 21 en Do Mayor (año de estreno 1800)

Innovación: Primer acorde de la sinfonía. Por primera vez en la historia de la música, una obra comienza con una acorde disonante que inestabiliza, o al menos no define la obra. Por lo general, durante el clasicismo se empieza siempre con el acorde de tónica, o con el acorde de dominante en parte débil para caer sobre la tónica y de esta manera queda establecida la tonalidad principal en la primera o en las dos primeras notas. En este caso, el primer acorde de la sinfonía es de Do Mayor, o sea, la tónica de la tonalidad principal de la obra, pero sin embargo le añade a ese acorde de tónica la 7ªmenor, creando así un acorde de tensión, un acorde de séptima de dominante, que resuelve en un segundo acorde de Fa Mayor. Todos quedamos desconcertados al ver que la obra está en Do Mayor y sin embargo, los dos primeros acordes podríamos decir que son: Dominante de Fa mayor y resolución en Fa Mayor. Total, para ser su primera sinfonía… la revolución ya está marcada: comenzar una obra desestabilizando su propio acorde de tónica al añadirle una séptima menor. Señores, Beethoven ha llegado.

2ª sinfonía op. 36 en Re Mayor (año de estreno 1803)

Innovación: En esta sinfonía nos encontramos un tercer movimiento en el que el nombre de Minuetto desaparece y finalmente hay un compositor que se “atreve” a escribir lo que realmente es: un scherzo. En efecto, hasta el momento se habían escritos, pero se seguía manteniendo el nombre de Minuetto, el ejemplo más claro lo encontramos en el mismo Beethoven en su primera sinfonía. Bien es cierto que si es verdad que nos podemos encontrar sonatas para piano en las que la palabra Minuetto ya ha sido sustituída por Scherzo, pero en cuanto a la sinfonía, considerado éste un género más serio, Beethoven es el primero que sustituye Minuetto por Scherzo. Aunque parezca un aspecto algo banal, es de suma importancia ya que, una cosa es un Minuetto y otra muy distinta es una broma con forma de Minuetto. De aquí en adelante, el compositor romántico escribirá Minuetto si realmente lo que quiere expresa es un tempo de Minuetto o escribirá Scherzo si lo que quiere expresar es un movimiento de mayor velocidad. Nos acercamos a una escritura más precisa, por parte del compositor, hacia sus intenciones con la música.

3ª sinfonía op. 55 en Mi bemol Mayor (año de estreno 1805)

Innovación: En este caso, la innovación se produce por su larga duración. Estamos hablando de una sinfonía de unos 55 minutos de duración. De hecho, es destacable la carta que escribe Beethoven al organizador del concierto del estreno indicando que por favor su sinfonía se pusiese de las primeras para que la audiencia no tuviera el oído cansado (recordemos que los conciertos de esta época podían llegar a duras tres o cuatro horas). También señalaré dentro de esta obra las palabras que dijo Haydn en su preestreno en un concierto privado en la corte: «Beethoven ha hecho algo que ningún otro compositor ha intentado. Se ha colocado en el centro mismo de su obra. Nos permite entrever su alma, supongo que por eso es tan estruendosa. Pero es algo muy nuevo, el artista como héroe».  En esta idea del artista como héroe es otro elemento que destacamos en la obra de Beethoven que rompe totalmente con el pensamiento del clasicismo. ¡Señores, el romanticismo ha llegado!  

4ª sinfonía op. 60 en Si bemol Mayor (año de estreno 1807)

Innovación: Aquí nos encontramos algo muy interesante en cuanto a los momentos de tensión y puntos culminantes. Por lo general siempre consideramos un punto culminante con un punto musical de mucha fuerza, sonando toda la orquesta fortíssimo. Sin embargo, en esta sinfonía, Beethoven nos enseña que podemos llegar al punto culminante no solo a través de “gritar” más sino a través de crear mucha tensión con un pianísimo extremo. Si escuchamos con atención el primer movimiento, nos encontraremos un pasaje de máximo piano en mitad de desarrollo, siendo exactos en el compás 281, en el que Beethoven escribe a la cuerda ppp. Si mi mente no me juega malas pasadas, creo que es la primera vez que Beethoven escribe tres p en una obra sinfónica y además coincide con un acorde de Fa# Mayor. Un acorde muy alejado de la tonalidad principal, que recordemos que es Si bemol mayor. Sin duda alguna, es una forma muy diferente de alcanzar la máxima tensión, y también cambiará la concepción de los pianíssimos en los compositores posteriores.

5ª sinfonía op. 67 en Do menor (año de estreno 1808)

Innovación: La celebérrima sinfonía de Beethoven cambia la concepción sinfónica y nos muestra la fuerte estructura e ingenio que tiene el maestro en su interior. Podemos decir de esta sinfonía en Do menor que es una obra cíclica, en la que el motivo de cuatro notas que nos presenta en el primer movimiento, va a estar presente durante toda la sinfonía como un latido que no se puede separar de nosotros. Pero, la innovación más patente es la unión entre el tercer y cuarto movimiento. Es la primera vez en la historia que tenemos dos movimientos de una sinfonía sin pausa. Beethoven los enlaza para que no haya posibilidad de aplausos entre un movimiento y otro y de esta forma la unidad de la obra no tenga posibilidad de romperse por algún aplauso espontáneo. Con esta idea, Beethoven también cambia el concepto de asistir a un concierto y a la importancia de la música que el compositor ha escrito. De nuevo, con un pequeño gesto, nos abre una nueva etapa, una nueva manera de entender la música y la importancia de esta.

6ª sinfonía op. 68 en Fa Mayor (año de estreno 1808)

Innovación: Sinfonía programática en la que la estructura de cuatro movimientos ya no es suficiente para Beethoven. Se salta todas las normas clásicas, y antes que las reglas o las normas, está la música por encima de todo. Por ello, tenemos la primera sinfonía de la historia de cinco movimientos creando una relación directa con la naturaleza.

7ª sinfonía op. 92 en La Mayor (año de estreno 1813)

Innovación: Primera sinfonía de la historia que introduce marcas metronómicas tras la indicación de tempo. Recordemos que, si bien es cierto, todas las sinfonías de Beethoven tienen marcas metronómicas, estas marcas fueron escritas con posterioridad a la fecha de composición (me estoy refiriendo a las sinfonías 1-6). Por lo tanto, la primera vez que en la primera edición de la partitura aparecen marcas metronómicas es en esta sinfonía número 7. Este hecho, sí que supone un antes y un después: ¡el compositor puede precisar con exactitud el tempo de su obra! Algo maravilloso y más para Beethoven que no se fiaba mucho de las velocidades que a veces escogían los músicos dada la dificultad de las obras.

8ª sinfonía op. 93 en Fa Mayor (año de estreno 1814)

Innovación: Si bien es cierto que en la octava sinfonía nos encontramos una mirada hacia el clasicismo y no podemos encontrar ningún elemento innovador… igual lo más importante es esto, que no se olvida de su pasado, de sus maestros y cómo ahora en 1813 después de haber escrito siete impresionantes sinfonías, puede volver a atrás, escribir algo completamente clásico, pero al mismo tiempo que tenga ese aroma a romanticismo, a nuevo. Personalmente, para mí, esta sinfonía es una muestra de humildad, de demostrar, que nunca nos tenemos que olvidar de donde venimos y siempre tener un gran respeto a nuestros maestros.

9ª sinfonía op. 125 en Re menor (año de estreno 1824)

Innovación: Sin lugar a dudas, la mayor innovación de esta sinfonía es la inclusión de un coro. Nunca nadie hasta ahora se había imaginado que esto pudiese ser posible y gracias a Beethoven hemos tenido grandes sinfonías con coro como la sinfonía “Resurrección” de Mahler por nombrar una entre muchas. Una última sinfonía que podríamos decir que es un resumen de su vida y que al final nos pide que todos seamos hermanos. La innovación está hecha y nombrada, sobre la magnitud de esta novena sinfonía… las palabras se quedan cortas.

Conclusión: en tan solo un cuarto de siglo, Beethoven nos ha ido incorporando pequeñas dosis de romanticismo, pequeñas guías posibles en el arte de componer. Sin lugar a dudas, no hay un compositor que nos haya dado tanto en tan poco. A mi entender, es una lección de historia a través de nueve sinfonías y veinticuatro años de experiencia.

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Author: Edgar Martín

Con su estilo desenfadado y divertido, está logrando revolucionar el mundo de la música clásica. Director de orquesta y divulgador musical, su sólida formación artística y una consolidada trayectoria al frente de orquestas sinfónicas de primer nivel han convertido a Edgar Martín en un referente de cómo hacer accesible este género a todos los públicos. Creador del formato ‘¿Por qué es especial?’, espectaculares conciertos didácticos que hacen las delicias de pequeños y mayores, Edgar Martín compagina la dirección de la Orquesta Sinfónica Camerata Musicalis con la conducción por invitación de otras orquestas por todo el mundo. Su vocación por la educación musical y unos profundos valores humanistas le llevan a participar habitualmente en proyectos solidarios.

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