Este mes os voy a hablar de un tema que me hace especial ilusión y con el cual voy a extenderme más de lo habitual por dos motivos. Primero, porque hay que celebrar un centenario que ha pasado completamente inadvertido, y segundo porque es un claro caso de cómo la eterna batalla entre la música clásica y la moderna es un sinsentido al cual no deberíamos prestar la menor atención. Este cisma es tan extenso que ni si quiera los Notes nos hemos librado de él, con varios miembros de la familia enfrentados porque Duke Ellington nosequé o Mozart nosecuantos.
Al final los más inteligentes son mis padres porque escuchan de todo sin perder el tiempo en tonterías ¡Y no es porque lo diga yo! Si echamos la vista atrás, veremos que en mis tres anteriores investigaciones han aparecido conocidos músicos modernos que han participado activamente en el terreno clásico: Primero lo vimos con Billy Joel y Beethoven, luego con Fred Hersch y su nocturno, y el mes pasado echamos un ojo a las Children Songs de Chick Corea entre otras cosas.
Y aquí es donde llega la persona que nos ocupa ahora, que a pesar de haber alcanzado el éxito en un género musical concreto, demostró ser alguien merecedor de llamarse “Músico” a secas, sin añadir ninguno de los adjetivos con los que insistimos en enjaular a muchos artistas.

Dave Brubeck fue una auténtica leyenda del jazz que consiguió su éxito a base de trabajar a destajo casi hasta su muerte en 2012, el día antes de cumplir 92 años. De su carrera podemos recoger múltiples logros, como por ejemplo los conciertos en campus universitarios con los que quiso acercar el jazz a la generación más joven de la mano de su mujer Iola, la composición de varios temas convertidos posteriormente en standards del género , o su inagotable capacidad de montar proyectos musicales en la situación que fuera; creando el grupo Wolfpack durante su servicio en la 2ª Guerra Mundial (que le libró de ponerse a las órdenes del general George Patton), el Dave Brubeck Octet tras la guerra mientras profundizaba sus estudios, o tocando con su familia en su vejez; aunque sin duda alguna su proyecto más famoso fue el Dave Brubeck Quartet.
Durante su mejor época, acompañaron a Dave en este famoso cuarteto el saxofonista Paul Desmond, el contrabajista Eugene Wright y Joe Morello, un precoz violinista que a los 9 años tocó el concierto de Mendelssohn con la Orquesta Sinfónica de Boston, pero que abandonó el instrumento tras conocer al inigualable Jascha Heifetz y quedar impresionado y horrorizado a partes iguales por el talento de este, haciendo que a los 15 años decidiera coger las baquetas y se convirtiera en un influyente batería. Menos mal que no le dio también por el piano porque entonces Dave habría tenido un serio problema.
Con esta formación Brubeck dio la vuelta al mundo, programando durísimas giras en las que daba decenas de conciertos en breves períodos de tiempo. La música que iba descubriendo en los países donde tocaba fueron una de las muchas influencias que le llevaron a usar en sus composiciones elementos rítmicos muy novedosos en el jazz, y que abrieron a este género un camino más que explorar.
Lejos de dejar extrañados a sus oyentes, estas novedades rítmicas supusieron una explosión en la popularidad de estos músicos, en una época en la que el jazz había perdido mucho terreno en el mercado. “Time out”, el álbum en el que empezaron a jugar con estas ideas, se convirtió en el primer disco de jazz en superar el millón de copias vendidas, y el tema “Take Five” (compuesto originalmente por Desmond) se ha mantenido hasta nuestros días como una de las obras más reconocibles de cualquier género musical.

Algo sobre Brubeck que ha quedado oculto en medio de esta espectacular carrera es el amplio contacto que tuvo con la música clásica, a pesar de que fue una gran influencia en su particular estilo y de criarse en una familia rodeada de este tipo de música, con una madre exalumna de la respetadísima pianista Myra Hess y el compositor Henry Cowell, y un hermano mayor, Howard, dedicado a la composición.
De hecho, al acabar su servicio en la 2ª Guerra mundial, Dave se matriculó en el Mills College de Oakland para estudiar con Darius Milhaud, un querido compositor famoso por ser un ecléctico que incorporaba en su música todos los elementos que le llamaban la atención, desde avanzadas teorías armónicas europeas a ritmos folclóricos brasileños. Milhaud fue una de las primeras personalidades de prestigio en la clásica (probablemente la más entusiasta) que dijo en voz alta lo mucho que disfrutaba y respetaba el jazz, y fue pionero en mezclar el lenguaje de este nuevo género con la clásica. Su obra “La creación del mundo” precedió incluso a las famosas composiciones que Gershwin escribiría pocos años después también con el objetivo de fusionar los dos idiomas.
Cuando Dave empezó sus clases, tenía la intención de ser un compositor clásico, pero rápidamente Milhaud le hizo ver que su camino no estaba ahí, ya que brillaba en todas las aptitudes necesarias para el jazz. Las palabras de su maestro no quedaron solo en eso, ya que cada Jueves organizaba jam sessions abiertas al público y además convenció a varios de sus alumnos para montar el Dave Brubeck Octet, un conjunto experimental donde también coincidieron Paul Desmond y Carl Tjader.
Por esa época, Dave quiso complementar sus estudios con Milhaud bajo la tutela de Arnold Schönberg en la UCLA con el ánimo de comprender sus teorías atonales, aunque no se debieron entender mucho porque solo hicieron dos clases…
Teniendo en cuenta el amplio interés que sentía por la música, no me parece justo que el Dave Brubeck compositor haya caído tan en el olvido, así que agarrad el té con pastas y abrid bien el oído porque hoy nos adentramos en territorio inexplorado. He aquí sus composiciones clásicas que más me han llamado la atención:
Empecemos quedándonos en tierra de nadie, con algunos proyectos que están a medio camino entre los dos mundos en los que podemos encontrar ideas muy interesantes.
Songs
Una jugada Gershwiniana por parte de Brubeck, que como ya hiciera el neoyorkino con su obra “Songbook”, adaptó varias de sus canciones transformándolas en obras de concierto clásicas. Sin embargo, este trabajo de Brubeck difiere con el de Gershwin en varios aspectos. Uno de ellos es que, así como las canciones adaptadas por Gershwin son arreglos escritos y pensados para ser tocados al pie de la letra (como si fueran preludios de Chopin o canciones sin palabras de Mendelssohn) aquí Brubeck no renunció a la improvisación, sino que simplemente cambió un poco el idioma en el que solía moverse para conseguir mejor la estética de lo que estaban buscando.
Además, el hecho de que este proyecto no esté publicado como una obra “oficial” sino como una serie de grabaciones basadas en una idea general lo convierte en una fotografía concreta de un proceso, más que en una pieza de concierto. En cualquier caso, es una mezcla curiosa y bastante resultona nacida de la colaboración entre músicos de diferente formación.
Dialogues for jazz combo and orchestra
Esta obra no está compuesta por Dave, pero sí que le podemos escuchar liderando su cuarteto. He querido incluir también esta obra por un motivo. Ya hemos visto antes que la familia Brubeck era muy musical, y no solo por los dos miembros antes citados. Henry, el tercer y mayor hermano, era el jefe de estudios musicales del Santa Barbara High School y tocaba el piano, el violín y fue batería para la primera big band de Gil Evans; su mujer Iola , persona de letras, fue una estrecha colaboradora en varias obras suyas que acompañó a Dave durante 70 años de matrimonio; y sus 4 hijos se acabaron dedicando profesionalmente a la música.
De toda esta marabunta de músicos, tal vez al que haya que destacar más es a Howard, también estudiante de Milhaud y compositor de éxito, que colaboró con su hermano en varios proyectos entre los que se incluye el maravilloso álbum “Brandemburg Gate Revisited”, que se parece mucho a esta obra en la manera en la que está construida. Howard es el compositor de “Dialogues” una de las muchas obras que han querido mezclar el jazz con la clásica, aunque esta pieza tiene una particularidad.
La mayoría de obras compuestas con esta intención juntan las armonías y ritmos del jazz con las estructuras y la escritura clásica. La particularidad de Dialogues es que va un paso más allá y combina también los dos tipos de expresión, con partes escritas al pie de la letra en los que todos van a una y momentos en los que la orquesta toma un segundo plano para dejar improvisar al cuarteto de su hermano sobre las armonías propuestas por la orquesta. En el fondo no deja de ser una especie de cruce entre una big band y un concierto para piano. Por si fuera poco, en esta grabación tenemos como director al siempre ávido de nueva música Leonard Bernstein. Todo un dream team.
Thank you (Dziekuje)
Este tema nos sirve como un último puente entre el jazz y la entrada en la faceta puramente clásica de Brubeck. En uno de sus monumentales tours, llevado a cabo en 1958, los miembros del Dave Brubeck Quartet se convirtieron en algunos de los primeros músicos de su género en visitar el telón de acero, en una gira organizada por el gobierno de EEUU que les llevó por la República Democrática Alemana, India, Turquía o Pakistán entre otros países. Cuando cerraron el último concierto, habían hecho la friolera de 80 actuaciones en 14 países durante 3 meses, dando lugar además a su famoso álbum “Jazz impressions of Eurasia”.
12 de esos conciertos transcurrieron en Polonia, que estaba bajo dominio soviético y donde el jazz había estado prohibido hasta tres años antes de la llegada de Brubeck, por ser la música estadounidense por antonomasia. Dziekuje (Gracias en polaco) fue una composición concebida por Brubeck tras visitar Zelazowa Wola, pueblo que vio nacer a Chopin. Habiendo recorrido el Fryederyk Chopin Museum, empezó a pensar en la gran influencia que su música tuvo en la historia del pianismo y en lo mucho que esta había acompañado a sus colegas jazzeros, así que decidió dedicarle una composición en señal de agradecimiento. La composición de Thank You tuvo lugar en un tren hacia Poznan, última parada del tour polaco, y se estrenó sin que el cuarteto la ensayara, simplemente escuchándola un par de veces. Tuvo tal éxito que se acabó añadiendo al álbum posterior y acompañó a Brubeck durante el resto de su vida.
Y ya entrando de lleno en la música clásica:
Nocturnos
La denominación de nocturnos que tienen estas pequeñas piezas fue una decisión a posteriori, ya que cuando se empezaron a componer no se pensaron como tal. Tampoco fue una idea descabellada, ya que varias de estas obras podrían encajar bastante bien en lo que se espera de un nocturno, pero lo cierto es que el origen de esta música está en lo que el propio Brubeck describió alguna vez como un diario personal musical.
Los breves temas que podemos encontrar en este set salieron de sketches en los que retrató momentos concretos de su vida, comenzando en los años 40 cuando conoció a Iola, a la que dedicó “Lullaby” y finalizando en 1997, cuando se publicaron todas piezas como un grupo.
Points on jazz
Esta obra para dos pianos compuesta en 1961 fue un encargo de Dania Krupska, una coreógrafa estadounidense de origen polaco que se hallaba en busca de una música que se compenetrara con un ballet de jazz que estaba preparando. Cuando Krupska escuchó “Thank you”, le pidió a Brubeck que se basara en el tema para componer la música del ballet, encargo que aceptó y que construyó a base de improvisar una serie de ritmos mientras la compañía le enseñaba la historia de la coreografía.
Esas improvisaciones sirvieron como base para la composición final del ballet, que se ha mantenido como una obra independiente en forma de tema y variaciones en la que Thank You es llevada a una serie de cambios basados en formas y géneros tanto del jazz como la música clásica.
Chromatic fantasy sonata
En 1988, el grupo de cámara “An die musik” se puso en contacto con Dave Brubeck para encargarle una composición que se ajustara a su plantilla (oboe, violin, viola, cello y piano). El encargo especificaba que la obra debía empezar citando algún fragmento musical de su compositor favorito, con lo que Brubeck escogió a Bach. Ahí es donde nació la Chromatic Fantasy Sonata, que después transcribió para otras formaciones como el cuarteto Brodsky, con el que trató personalmente.
A pesar de que esta obra tiene un lenguaje más contemporáneo que puede ser algo más difícil para el oído que el resto de música aquí recogida, con una segunda audición podemos encontrar mejor las ideas con las que Brubeck jugó, y es que el interés de este cuarteto viene de estar formado por una amalgama de estilos e influencias que lo ponen más en común con una obra de Stravinsky que con “Points on jazz”.
Ya de entrada, tal y como se decía en el encargo, el inicio del primer movimiento parafrasea las escalas con las que abre la “Fantasía cromática y fuga”, una de las grandes obras para teclado de Bach, pero no es esa la única referencia al barroco insertada en la música.
El resto de movimientos hacen referencia a formas de componer populares durante el barroco, como la chacona, una danza que consistía en hacer variaciones sobre armonías presentadas al principio de la pieza. El tercer movimiento es una fuga que pone a dialogar muchas de las ideas escuchadas anteriormente en el cuarteto, y el segundo está escrito imitando la polifonía por la que es tan famosa esta época, especialmente la obra coral de Bach. Por si esto fuera poco, resulta que la melodía central del cuarteto, que se puede escuchar claramente en el primer y tercer movimiento… !Es dodecafónica! Parece que después de todo Brubeck pudo amortizar en algo sus clases con Schönberg.
4 New England pieces
Compuestas en los 80 pero grabadas en 2011 cuando Brubeck tenía 90 años. Estas piezas deben su nombre a que Dave las compuso en una época en la que disponía del coro de un instituto para probar sus invenciones vocales. Este instituto estaba en Connecticut, que junto con otros 5 estados forma la región de Nueva Inglaterra. Más allá de esto, las piezas no tienen ninguna otra conexión, siendo obras independientes y cuya composición tiene orígenes en diferentes experiencias y pensamientos de Brubeck.
“How does your garden grow” es una reflexión acerca de las relaciones humanas y su mantenimiento. “Once when I was very young” está basada en un pequeño poema que uno de los hijos del matrimonio Brubeck dedicó a su padre, en el que hablaba de sus recuerdos infantiles y que Dave adaptó usando armonías que le recordaran a las canciones de su propia niñez. “Autumn in my town” es la más antigua de las cuatro, compuesta por Dave y con letra de Iola. A pesar de que se hizo una grabación instrumental en los 60, ambos afirmaban no recordar qué se gestó primero, si la letra o la música.
“Two churches”, la pieza que tenéis aquí debajo, es una especie de broma en la que Dave imaginó estar en medio de una calle con dos iglesias, una en frente de la otra, y de las cuales sonaban dos tipos de música diferentes: Un gospel rítmico y un coral solemne. Siendo un hombre profundamente católico, Brubeck aprovechó esta imagen mental para reflexionar acerca de las diferentes maneras en las que una persona podía llegar a Dios, y pensó en cómo lo harían estas dos iglesias si tuvieran que juntar sus coros
Two part adventures
De nuevo, Bach aparece como una inspiración. En este caso, Brubeck se basó en las “Invenciones a dos voces”, obras compuestas por dos líneas melódicas que se comportan como instrumentos independientes y que crean la música con su diálogo. Una parte de su estilo como intérprete y compositor en el jazz viene de integrar en este idioma las cosas que había aprendido estudiando música clásica, y en varios de sus temas se puede escuchar este tipo de composición a voces, como en “Brandemburg Gate” o “Two Part Contention”, una técnica a la que podemos echar un vistazo más directo con estas piezas.
Regret
Probablemente el hallazgo para el que más profundo he tenido que cavar en este artículo, y el que más me alegro de haber encontrado. Una pieza compuesta en 2001 por un Dave octogenario para orquesta de cuerdas. Hay tan poca información sobre esta pieza que me temo que no os puedo contar nada más, lo que ha hecho que este párrafo sea rapidísimo de redactar.
Para esta investigación me he tenido que poner un casco de minero y una toalla para el sudor, pero bien ha merecido la pena. La obra clásica de Brubeck es un pequeño mundo enterrado bajo horas y horas de directos, álbumes de estudio y recopilatorios, pero una vez se empieza a tirar del hilo enseguida brotan trabajos de una gran calidad y que te atrapan enseguida. Este ha sido un caso cerrado muy satisfactoriamente. Y ahora si me lo permitís, ya que tengo el casco de minero encendido, voy a empezar a preparar la siguiente investigación, acerca de una desconcertante figura de la música contemporánea…¡Nos vemos el mes que viene!