Rosa Elena Bobadilla: La vedet olvidada

Empiezo a escribir y suspiro. Suspiro por la ardua tarea que me queda por delante. Porque ordenar en negro sobre blanco la biografía de mi bisabuela no va a ser tarea fácil.

Siendo sincera, más que suspirar, resoplo, porque mi bisabuela comparte con tantas otras mujeres icónicas de su época el haber sido borrada de los libros de historia.

Mi amiga Maria Rosa, directora pedagógica del Instituto de Música Online, que sabe de mi empeño por colar a mi bisabuela en la historia (o al menos en la Wikipedia), me propuso escribir este artículo para #11 con motivo del mes de la mujer. Así que me remango y me pongo a reconstruir la historia de una mujer que se han empeñado en invisibilizar.

Empezaré hurgando en mi memoria para ir cosiendo de retazo en retazo la historia de Rosa Elena Bobadilla (Rosa Elena Bobadilla Santiago, 22 de enero del 1912 – 26 de junio de 1994, conocida en mi casa como “Bibita”), una mujer inteligente, culta y muy adelantada a su tiempo, que falleció durante mi adolescencia y que, con su partida, nos dejó desoladas a mi madre y a mí.

Era la abnegada y extravagante abuela de mi madre y yo la adoraba y la admirada. Me fascinaba su bata de plumas lila, con la que iba por casa, tenía las mangas muy anchas y largas, tan largas que se mojaban en la sopa cada vez que nos la servía, porque a pesar de todo, ella siempre fue una diva.

En su rostro jamás se apagaron los focos de la fama que le precedió de joven, irradiaba luz y mirarla a los ojos era como mirar directamente a la libertad de una mujer que renunció a todo por sus sueños y que vivió la vie bohème.

Fue la primera persona que detectó algún tipo de talento en mí. Recuerdo que después de una representación teatral del cole, volviendo en el coche de mi madre a casa, me dijo: —se te dan bien los escenarios- y me guiñó un ojo. Ese instante ha sido el faro de toda mi carrera. 

Se pintaba las uñas de rojo y a sus casi 80 años murió sin una arruga, de eso presumía siempre. Esa es mi Bibita, la que ronda por mi memoria, la mujer que me contaba que de joven fue cantante, actriz, cómica y vedette y que había compartido escenarios con los y las más grandes de la época.

También sé que nació en Republica Dominicana, el 22 de enero del 1912, me contó que había cursado estudios superiores en Francia y Estados Unidos y sé que antes de casarse ya hablaba, al menos, tres idiomas (ingles, francés y español) algo muy raro para una mujer de su época.

Historias familiares de mi bisabuela hay miles, alguna romantizadas, supongo, por lo que intentaré ceñirme a los datos que he podido contrastar.

Para el resto del mundo, sin embargo, y siendo fiel a lo que se sabe de ella oficialmente, Rosa Elena Bobadilla fue la cónyuge de Eduardo Brito (Eleuterio Brito, Puerto Plata – República Dominicana, 21 de enero de 1906 – 5 de enero 1946) reputado y reconocido cantante de la República Dominicana.

Pareciera que para el mundo público mi bisabuela nace el 3 de noviembre 1928, fecha en la que se casó con Eduardo Brito, a partir de esta fecha encontramos destellos biográficos de su figura en la red y en los libros de historia, pero siempre ligados a la figura de Eduardo Brito, como si no…

Antes de esa fecha, es como si Rosa Elena Bobadilla jamás hubiese existido. Parece que la historia se ha encargado de relegarla a una figura intrascendente, a “la mujer de”. La historia la ha borrado de sus anales como la brisa levanta las hojas, borrando su figura, generación tras generación.

Pero Rosa Elena Bobadilla fue más que una abnegada esposa y madre. Fue compañera artística de su marido, una de las mejores vedettes de su época y una pieza fundamental en la carrera del gran Eduardo Brito, en el escenario y fuera de él.

Por su parte, con solo introducir el nombre de Eduardo Brito en Google se nos cuenta cuando nació, de quien era hijo, se nos relata su niñez y cómo empezó en el mundo artístico. Nos hablan de sus logros y de su gran carrera. También se nos cuenta que no tenía formación musical y que en él todo era innato e instintivo, casi mágico (podéis ampliar la información de su biografía en la red, yo me quiero centrar en mi bisabuela).

Pero no, no era magia, su magia se llamaba Rosa Elena Bobadilla, porque de los dos, la única que tenía formación musical y la que hablaba idiomas era ella. Además, era co-directora de la compañía de ambos y fue ella quien se encargó de negociar todos y cada uno de los contratos que firmó Eduardo Brito.

Así que, en los siguientes párrafos me tomo la licencia de añadir a la conocidísima biografía de Eduardo, la de Rosa Elena Bobadilla, porque es de justicia, con la esperanza de colarla de una vez por todas en la historia de la música y que se le reconozca por fin la importancia que tuvo:

Eduardo Brito y Rosa Elena Bobadilla, tras su boda en 1928, fueron de gira con su compañía de Zarzuela «Los Internacionales» por el Caribe.

Dicha compañía se disgregó en Curazao, y Eduardo y Rosa Elena se unieron a la compañía cubana de Margot Rodríguez, con la que se presentaron en Puerto Rico. Luego regresaron a Santo Domingo.

En 1929, la compañía Victor Talking Company (RCA-Victor), selecciona a Eduardo y Rosa Elena para una serie de grabaciones que realizan en Nueva York con la orquesta de Vigil y Robles.

Las grabaciones que se llevan a cabo, en febrero de 1930, fueron “Martha”, de Moisés Simmons, “Lamento Esclavo” y “Mi vida es cantar”, romanzas de la zarzuela LA VIRGEN MORENA.

En su paso por Nueva York, Rosa Elena y Eduardo Brito actuaron en el salón imperial del Waldorf Astoria y en los circuitos del Teatro RKO y Lowe State. Además, fueron la atracción en El Chico, junto a los bailarines Antonio y Catalina Cansino, padres de la que sería la estrella cinematográfica Rita Hayworth.

El talento de ambos logró impresionar al compositor cubano Eliseo Grenet, que estaba de paso por New York rumbo a Europa, en la gira con su compañía de zarzuela a la que Rosa Elena y Eduardo se unieron.

En 1932, llegó el cenit de sus carreras en España cuando Rosa Elena Bobadilla, Eduardo Brito y otras estrellas debutaron en el que fuese el Teatro Nuevo de Barcelona con la compañía de Eliseo Grenet.

El éxito los llevó a ambos a participar en una película llamada Harmonika en 1937 (antigua Czechoslovakia).

La vida de ambos artistas se vio marcada por las guerras: primero la Guerra Civil Española y luego la Segunda Guerra Mundial, por lo que huyeron de Europa, embarcándose en Amberes de regreso a Republica Dominicana en 1937.

La última etapa de la vida artística de Rosa Elena y Eduardo transcurrió en Latinoamérica: Puerto Rico, Cuba, Venezuela, Colombia (donde nació su primer hijo, mi abuelo) Panamá y Nueva York.

Posteriormente, a Eduardo Brito le fue diagnosticada una fatídica enfermedad mental, que acabaría con su carrera. Ambos regresaron a Santo Domingo donde él murió la madrugada del 5 de enero de 1946.

Años más tarde, Rosa Elena Bobadilla huyó de Republica Dominicana con sus dos hijos hacia Venezuela donde colaboró artísticamente con muchos artistas del país y rehizo su vida junto al compositor venezolano de origen italiano Ernesto Magliano (autor de muchas canciones populares venezolanas como “Chupa tu Mamey”) con el que compartió su vida hasta que este murió.

Como tributo póstumo a la carrera de Eduardo Brito, en el año 2006 pusieron su nombre al Teatro Nacional de Santo Domingo: Teatro Nacional Eduardo Brito. Igualmente, una Línea del Metro de Santo Domingo lleva su nombre, así como una calle del sector denominado Villa Pereyra, de La Romana, República Dominicana.

Pero para hacer justicia, a mí me encantaría que en la fachada del Teatro Nacional de Santo Domingo se leyese: Teatro Nacional Eduardo Brito y Rosa Elena Bobadilla.

Author: Jéssika Rojano

Jéssika Rojano (1984) es comediante, actriz, abogada y productora, multifacética y pluricreadora. Su formación artística se ha centrado en la interpretación, danza, cine, teatro musical, clown y sobre todo Stand-up Comedy. En los últimos años podemos destacar su participación en los siguientes proyectos; en 2019 creó y estrenó el primer festival de comedia feminista de Barcelona “Calladitas estáis mas guapas. Fest” en el mítico El Molino de Barcelona, junto con Sil de Castro y que debido al éxito en taquilla se convirtió en un SHOW semanal con seis meses en cartelera que actualmente está en gira nacional. Recientemente estrenó en Barcelona su show unipersonal Harmonika (enero 2020). Se trata de un monólogo en el que reflexiona sobre cómo sobrevivir a los clichés que impone la sociedad, principalmente los clichés de y para las mujeres. Un espectáculo en el que el público no para de reír al mismo tiempo que reflexiona. Forma parte de la compañía de improvisación “Improderadas”, dirigida por Rocio Raval, que estrenó su formato long form “Peluquería de Barrio”, en mayo de 2019 en el Teatro Llantiol de Barcelona (aún en cartelera) Formó parte de la compañía de teatro canaria «Teatro 13″ participando en el montaje teatral «La Manada». Publicó la novela «Un E-Mail en la Bandeja de Entrada que dice ‘Me Encantas‘» (Editorial Escritura entre las Nubes) en 2014. También ha hecho colaboraciones en diversos programas de radio y en los último años se ha puesto detrás de las cámaras como coordinadora de producción de anuncios publicitarios y de la serie de televisión Danesa “Pro`s & Con`s” (2017).

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2 Comments

  1. Jéssika Rojano: No es cierto que en Santo Domingo Rosa Elena, tu abuela, sea una vedete olvidada. Wilson Roberts, Arístides Incháustegui, Darío Tejeda yo y otros nos hemos encargado de que ni ella ni Kuki ni Ernesto sean olvidados. Actualmente estoy escribiendo una serie de artículos sobre Brito y los tres hermanos Bobadilla. Saludos.

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    • Hola Diógenes!! Si me puede dar más información sobre mi bisabuela se lo agradecería muchísimo. En internet es casi como si no existiera. Estoy intentando abrir su Wikipedia y por eso cada artículo es indispensable para poder contrastar la información. Así que si usted está investigando sobre Kuki, Ernesto y Elena Bobadilla y sobre Eduardo Brito le agradecería muchísimo que se pusiera en contacto conmigo. gracias!!

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