Hacer música es una parte tan esencial de la condición humana que para entender mejor al hombre hay que entender mejor el fenómeno de la música.
Alicja Gescinska

Esta es una de las muchas frases dignas de enmarcar de este breve ensayo de la filósofa y presentadora de origen polaco, y primer texto suyo aparecido en español.
Se trata de un paseo por algunos de los aspectos intrínsecos de la música, como su capacidad empática que la convierte en una fuente de fraternidad, o su valor como elemento de desarrollo y conocimiento personal.
Su formación y pensamiento filosófico domina el desarrollo del texto donde se deslizan gran cantidad de referencias, ya sea en positivo, caso de Scheler, Schopenhauer, Barenboim o Jankélevitch o como elemento de contraste en el caso de Adorno, Penderecki o Platón.
En su prosa no aparecen afirmaciones exclusivistas ni puntos de vista taxativos, ni siquiera censuras a otros autores, sino la invitación a la reflexión sobre distintos temas que emanan de un profundo amor por la música.
Y es sin duda, en la identificación de la música como un posible hogar donde la autora da en el clavo (suponemos que de ahí deriva el título) y por ello, os dejamos con el último párrafo del libro que expresa esta idea de forma sublime.
La música nos permite sentirnos en casa en nuestro interior y, por ello, es un instrumento fabuloso para combatir las fuentes del mal, el odio, el resentimiento, el malestar emocional y el desarraigo. Deberíamos volver a tomar conciencia de que la música no es un simple adorno, sino un fundamento de la vida, y, de que, por eso, comprender la música nos ayuda a comprender nuestra existencia. Además de una fuente de esparcimiento y una válvula de escape, la música es también una forma muy fértil de esfuerzo y empatía cuyo fruto es una mayor capacidad de comprensión, tanto de nosotros mismos como del mundo en que vivimos. Y eso tiene una gran trascendencia moral, porque el mundo sufre una grave falta de comprensión y un exceso de individualismo. Con la música aprendemos a ser humanos, a formar parte del grupo y a no ser extraños para nosotros mismos ni para los demás. Cuanto más a menudo encontremos un hogar en la música, más a menudo encontraremos un hogar gracias a la música.
La música como hogar