Para aquellos que no estén familiarizados con la Velvet Underground, Lou Reed, Andy Warhol y todo la burbuja artística del Nueva York de los años 70, diremos que Nico fue su musa, el icono al que todos los artistas-yonkis de aquella generación veneraban como símbolo de la gélida belleza de su paradigma vanguardista.
Pero como el título de la película indica, no estamos en aquel momento, sino en 1988, una fecha que a nadie le dirá nada, pues no existe constancia de que Nico hiciera nada más interesante a parte de su intervención juvenil.
Y por ello precisamente, escoge su directora esta época, porque no quería mostrar la parte glamurosa -y ya suficientemente mostrada y revivida en otros films- sino lo que sucede cuando alguien que ha estado en la cima, comienza un descenso que parece no tener fin y cómo es capaz de soportar, o no, esta circunstancia.
Así, la protagonista, convertida ya en Christa Päffgen, su verdadero nombre y por el cual quiere que la llamen, intenta relanzar su carrera como vocalista iniciando una nueva gira por Europa enfrentándose con múltiples problemas con sus músicos, su manager y…con ella misma. Porque la frustración que le provoca saberse en el ocaso de su carrera sin poder despegar, es el tema de la película.
Esta elección de la parte menos conocida de una artista como base para la narración hace que se convierta en una alternativa al típico biopic musical, y confía gran parte de su suerte a la interpretación de Tryne Dyrholm y a una realización que subraya lo cotidiano e incluso cutre huyendo de cualquier elemento que nos pueda hacer pensar en ella como en una rock-star.
Una frase de Christa resume perfectamente el ambiente opresivo de la película: He estado en la cima, y he tocado fondo. Y ambos lugares están vacíos.
