¿Sabías que…
esta es una de las anécdotas más queridas de la biografía de estas dos leyendas del cine clásico y del jazz?
En 1954, Marilyn Monroe era una de las estrellas más cotizadas y glamurosas de la era dorada de Hollywood, y Ella Fitzgerald había enamorado al país entero con su voz procedente del cielo. Sin embargo, ésta última seguía actuando en pequeños clubs de jazz, y deseaba subirse al escenario de alguno de esos clubs tan sofisticados —y tan llenos de blancos— de Los Angeles.
El famoso club Mocambo ya había tenido a artistas negros de renombre en cartel (como por ejemplo Eartha Kitt), pero al dueño le parecía que Fitzgerald, a pesar de su talento incuestionable, era demasiado “plus size” (…) para atraer al público. Al enterarse de esto, Marilyn Monroe, que era admiradora de Ella y había estudiado sus discos para mejorar su canto y dicción, llamó al señoro. Si se comprometía a contratar a la cantante, le comentó, ella iría todos los días y se sentaría en primera fila, a vista de todos, aclarándole la cantidad de publicidad que eso iba a atraer para el club.
No hiso falta que dises nada más: Fitzgerald estuvo dos semanas actuando en el Mocambo con las entradas agotadas, y Frank Sinatra y Judy Garland acudieron al estreno junto a, por supuesto, Marilyn. Un gesto icónico que trabó una amistad que desafiaba prejuicios. ¡Viva Marilyn y viva Ella!