
Documental esencial sobre uno de los grupos clave de la historia del rock y de la música en general. La opción elegida por el director Tom DiCillo excluye las entrevistas a los miembros vivos de la banda o a las personas que lo conocieron. Evita así las imágenes actuales y opta por construir más un relato que una narración explicativa objetiva.
Y lo consigue pues el ritmo es perfecto, y la presencia en primer plano de los protagonistas evita la fuga de interés. Dentro de las imágenes de archivo de los 60 y 70, destacan muchas que aparecen por primera vez para el público. Así podemos verlos ensayando, grabando, en directo, en el backstage, durante los viajes…
Se elabora así una relación más cercana con el único pero quizá, de la omnipresencia de Jim Morrison durante toda la cinta. Es evidente que él fue la razón última de su gran exposición mediática y no en vano, es un icono de la cultura popular y exponente máximo de lo que se llama a veces “mártires del rock”, esos intérpretes que vivieron a tope y murieron prematuramente.
Es indiscutible atribuir a Morrison la paternidad de unas letras verdaderamente peculiares, pero al sonido de la banda, contribuyeron principalmente sus compañeros y se echa de menos que el foco se desvíe del frontman hacia el teclista (que cumplía función de bajista también) Ray Manzarek, el guitarrista Robby Krieger o el batería John Densmore que son en gran parte los responsables del sonido Doors.
Es, en resumen, un documento que no se puede considerar definitivo por la ausencia de algunas partes importantes de la historia, pero sí es un documental muy recomendable por su impecable acabado y voluntad narrativa esencial.