DISCO DEL MES. JUNIO 2021

¿Echáis de menos que la producción y los arreglos de una canción estén pensados para crear la mejor música posible y maximizar su impacto emocional, y no para que un adolescente con una capacidad de atención de 7 segundos te utilice en su Tiktok? Es una pregunta larga, así que seguramente ese sea el motivo por el que la tenga todo el día en la cabeza… O a lo mejor es porque estoy aburrido de tópicos refritos. En una época en la que todo hijo de vecino puede coger una guitarra y grabarse con el móvil cantando su canción favorita, o algo compuesto por él, creo que sería adecuado desempolvar la parte antigua de la colección de discos de tus padres, aquella que hicieron cuando estaban llenos de sueños y optimismo, y repasar las excelentes grabaciones de José Feliciano.
Con una voz reconocible al instante y una habilidad excelentísima con la guitarra, Feliciano apareció en el escenario musical americano en los 60, con un álbum llamado “The voice and guitar of José Feliciano”, en el que combinó todos los estilos de música que le gustaban: blues, rock, soul o los géneros latinos que escuchó en su Puerto Rico natal y las comunidades estadounidenses de habla hispana. Y como no sería yo sin hacer alguna referencia a la música clásica, os diré que incluso esta música tuvo un impacto muy fuerte en su desarrollo como intérprete.
Feliciano era ciego de nacimiento, y lo que le hizo gravitar hacia la guitarra fueron las interpretaciones del gigante Andrés Segovia, y fue a través de sus grabaciones como aprendió a tocar, a base de escuchar e imitar lo que hacía su ídolo. En una entrevista llegó a decir que Segovia “Fue mi maestro, a pesar de que nunca tuve el placer de conocerle”. Con este cóctel de influencias salió su disco debut, que ya dejaba en la buena dirección lo que sería su carrera. En él mezclaba canciones en español, otras en inglés y otras instrumentales; además de alternar entre canciones propias y covers de otros artistas.
Y precisamente por esas covers os decía lo del principio, porque tocar obras de otros músicos siempre ha formado parte de la carrera de Feliciano (en su álbum debut incluso hizo una adaptación de “El vuelo del moscardón”, de Rimsky Korsakov) pero es que en “Feliciano!”, su quinto álbum en 3 años, nos encontramos con que llevó esa práctica al extremo, haciendo que el disco entero estuviera dedicado a versionar a otros músicos. Si algo hizo famoso a José Feliciano fue saber mezclar las culturas latina y anglosajona, y un buen gusto increíble para los arreglos; talentos que exhibe en “Feliciano!” junto al buen oficio del arreglista George Tipton, un estrecho colaborador de Harry Nilsson.
Una de las muestras más reconocidas de su maña con los arreglos es su versión de “Light my fire”, de The Doors, en el que cambia la batería y el órgano por las congas y la guitarra española como instrumentos protagonistas, y dándole un aire más fresco con una bajada de tempo respecto a la original y una elegante sección de cuerda. Esta versión se convirtió en un gran hit y recibió el mayor cumplido que podría haber recibido, que fue el del miembro de The Doors Robby Krieger, que dijo: “Feliciano convirtió nuestra canción en un standard, que es lo que nosotros hubiéramos querido”.
También encontramos en este álbum una pequeña trilogía de Lennon/McCartney: “In my life”, “And I love her” y “Here there and everyhwere”, estas dos últimas en versiones instrumentales donde podemos ver la sensibilidad y técnica de Feliciano con su instrumento:
En general el disco se mantiene en muy buena forma durante los 37 minutos que dura, con canciones como “Sunny”, “There’s always something there to remind me” o “Nena Na Na”; siendo todas estas grabaciones sobrias pero eficientes y orquestadas con buen gusto que además disponen de una duración óptima para este tipo de proyecto, entre los 2-3 minutos, que hace que escuchar el disco de un tirón sea una experiencia muy amena.
Pero por muchas virtudes que tengan estas canciones, tengo que hablar de la canción que abre el álbum, que constituye la única pega que le pondría al disco. El cover que Feliciano hizo de “California Dreamin’”, y que resulta ser la primera canción de “Feliciano!”, está tan increíblemente bien hecho que luego ni las mejores canciones que siguen a esta consiguen llegan a la altura del trabajo que hicieron aquí Feliciano y Tipton, cuya artesanía brilla por todo lo alto. Las excelenes intervenciones de las cuerdas, la sensibilidad con la que Feliciano canta y adorna la melodía, la manera en la que los arreglos y las dinámicas potencian la estructura de la canción, la sección latina final… todas estas cualidades hacen que considere a esta versión de California Dreamin’ toda una masterclass en el proceso de adaptar una canción ya existente.
De hecho, los encantos de Feliciano lograron seducir al mismísimo Quentin Tarantino, que usó un fragmento de esta canción de manera muy acertada (como siempre) en su película “Érase una vez en Hollywood”, durante la escena en la que Rick Dalton acaba un duro día de rodaje sin tener claro el futuro de su carrera, mientras la joven promesa Sharon Tate sale de ver su película en el cine.
La carrera de Feliciano ha sido larga y espectacularmente prolífica, con decenas de discos publicados, y aunque en nuestra época ya no tenga la importancia cultural de décadas anteriores, todavía en nuestros días podemos encontrar algunas apariciones en la cultura popular, como su colaboración en el arreglo de “El tango de Roxanne” para la película Moulin Rouge, una escena que incluso los mayores detractores de la película señalan como el momento a destacar; o su aparición en el álbum de C.Tangana “El Madrileño”, donde podemos escuchar su maravillosa guitarra.
En cualquier caso, os recomiendo encarecidamente que escuchéis tanto “Feliciano!” como el resto de sus publicaciones durante los 60 y 70, que son, en su gran mayoría, una auténtica maravilla.