Parchís; el documental, de Daniel Arasanz (2019)

Creo que la razón principal para ver este documental no es conocer la historia de este grupo. Incluso aquellos que sí estén interesados en saber un poco más sobre los protagonistas, no pueden hacerlo sino desde la nostalgia que provoca todo aquello que vivimos en nuestros primeros intensos años.

El interés radica en el espejo que nos ofrece sobre la España de esa época, ya que quedan reflejados muchos aspectos significativos.

El gran poder que tenía la televisión en aquel momento (todo lo que pasara por ella se convertía al día siguiente en conocido para los 20 millones de personas que lo veían) conformaba el imaginario del país de manera monolítica.

Los empresarios musicales (en este caso Discos Belter) en la mayoría de casos, hacían negocio sin ningún interés ni conocimiento. La discográfica barcelonesa tuvo en su catálogo a Juanita Reina, Manolo Escobar, el Fary, Parchís o La Banda Trapera del Río bajo un criterio como mínimo sorprendente. La empresa se declaró en quiebra después de sus mejores balances mostrando el nivel de corrupción empresarial habitual en el país, y en la línea de los “emprendedores hechos a sí mismos” como Jesús Gil o Paco el Pocero cuyos vidas no fueron precisamente modelos de virtud.

Existe desde hace décadas en España, una fascinación por la explotación infantil con ejemplos claros como Joselito o Marisol durante el franquismo, Parchís y otros grupos infantiles tras la vuelta de la democracia y los shows de talento infantil que siguen teniendo mucho tirón entre el público y entre los padres que desean vivir sus sueños a través de sus hijos. Tras lo visto en el documental, se puede decir que los protagonistas han sobrevivido aunque es evidente las dificultades que han tenido para salir adelante.

El poder del marketing queda reflejado en la campaña que realizaron con el grupo, con anuncios, apariciones en la televisión, sobornos, y películas protagonizadas por los chicos. Es por tanto una de las primeras ocasiones en que se trató de vender un producto desde todos los cauces posibles.

La inocencia, el desconocimiento y la cutrez con que se llevó a cabo todo, muestra un imagen de un país primario en muchos sentidos: la ausencia de tutela sobre los integrantes del grupo que eran menores, la ignorancia de los padres respecto a la situación de sus hijos, las condiciones patéticas de muchos de los conciertos, las grabaciones en las que las voces de los niños quedaban arrinconadas por las voces profesionales ocultas, las soluciones tomadas de cualquier manera… Sin duda, es difícil que se pudiera hacer de otra manera en aquellas circunstancias. El comentario de Joaquín Oristrell, hombre de cine y acompañante del grupo es bastante esclarecedor: “Yo he hecho muchas películas y nunca he conseguido saber cuanto ha costado cada una”.

La sensación final es que los chicos pudieron disfrutar de una vida muy especial durante esos años, se gestó un primer producto infantil de masas, y se desprende por último,  una imagen de felicidad naif que caracterizó a parte de los 80 que contrasta fuertemente con el ambiente cínico y desconfiado actual.

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Author: Jorge de la Torre Sanz

Director del Instituto de Música Online. Pianista, Compositor y Director Musical.

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