
Musical basado en la ópera de Bizet (1875) que a su vez es una adaptación de la novela de Prosper Mérimée y que se considera una de las cumbres populares del repertorio operístico.
Supuestamente está basado en el musical que Oscar Hammerstein II estrenó en Broadway en 1943, y si bien el mismo director acredita el origen teatral de su adaptación, es cierto que su deseo fue volver al texto original.
Otto Preminger, uno de tantos directores exiliados de la Europa en guerra, llevó a cabo numerosos proyectos controvertidos, tanto por los temas tratados que mostraban conflictos candentes políticos o sociales, como con la manera de llevarlos a cabo, y Carmen Jones no fue una excepción. No en vano, el director de origen austríaco sabía que no había nada como una buena polémica en torno a un estreno para atraer al público.
Carmen es una las citas ineludibles cuando se habla de amor pasional, celos, tiras y aflojas e incluso violencia entre parejas. Está claro que es un tema que a día de hoy se muestra más polémico que nunca, con su imagen del amor basado en la lucha y los engaños, propios y ajenos.
El motivo principal por el que se convirtió en una producción polémica, fue el requisito que planteó Preminger de que todos los actores fueran afroamericanos -en plenos años 50-, planteamiento que le llevó a asumir que tendría que producirla él mismo, si bien finalmente consiguió el apoyo del todopoderoso Darryl F. Zanuck, magnate de la Fox.
El resultado final es un musical de bellas imágenes -CinemaScope- con una peculiar fusión entre la partitura clásica y la teatral, con una adaptación al presente de la historia y dos acertados protagonistas; Harry Belafonte y Dorothy Dandridge.
El trabajo gráfico del poster y publicidad corrió a cargo del icónico diseñador Saul Bass, colaborador habitual de Preminger.