
Una película inolvidable.
Digo esto en todos los sentidos posibles porque independientemente de la valoración personal que haga cada uno, la película deja huella por su dureza y por las situaciones impactantes que presenta.
El cine de Haneke, para quien no haya visto nada suyo, busca provocar sensaciones en el espectador, cuestionarle sus posiciones, poner en duda todo lo que era inamovible hasta el momento, y lo hace -mayormente- desde la incomodidad. Aquellos que reclaman sentirse a gusto y disfrutar de lo que ven pueden renunciar ya no solo a esta película, sino a toda su filmografía.
La protagonista -brutal también en todos los sentidos- interpretada por Isabelle Huppert, es una profesora de piano en el conservatorio, vive todavía con su madre y…presenta unas cuantas taras afectivas y sociales. La mirada que el director vuelca sobre su vida nos presentará toda una serie de situaciones que suponen un relato de todo lo que hay de podrido en la sociedad retratada.
Y desde la distancia y sin conocer aquellos ámbitos, uno no puede sino preguntarse qué sucede en aquellas latitudes cuando tantos autores -Musil, Bernhard, Jélinek -cuya novela dio pie a la película- y el propio Haneke- muestran la decadencia, hipocresía y rigidez de esa sociedad austríaca.
La película puede igualmente leerse en un plano individual mostrando como en el ser humano, conviven de manera contigua y dándose paso continuamente, lo sublime con lo más abyecto y oscuro de nuestras personalidades.
El ámbito de la música clásica -uno de los parangones máximos de sublimidad cultural occidental- es utilizado como contraste para con las miserias interiores de los personajes. Hay una escena en particular en la cual la protagonista está ensayando una obra de cámara de Schubert, que es uno de los ejemplos más significativos de empleo de la música con fines dramáticos, y cuya significación cambia con el paso de la secuencia. Un ejemplo maravilloso de como narrar sin que medie una sola palabra.
Si tenéis buen estómago, dadle una oportunidad porque sin duda, dos horas después os sentiréis transformados de alguna manera. ¿Es para eso que el ser humano inventó el arte, no?