
Miniserie de 8 capítulos de una hora cada uno, producida y estrenada por HBO en 2014.
La propuesta incluye la grabación de 8 canciones en 8 ciudades de EEUU en 8 estudios diferentes y que compondrían el octavo álbum de la banda de rock estadounidense Foo Fighters.
Por una lado, la miniserie sigue a un grupo en concreto, Foo Fighters, formado en torno a la figura del exbatería de Nirvana, Dave Grohl, que busca adaptar su propio sonido como banda a los diversos estudios que visita en los cuales trabaja con un productor diferente dejando que su música se impregne de la manera de trabajar de nombres históricos de la historia de la música como Rick Rubin, Steve Albini, Tony Brown, Butch Vig, Tony Visconti… En este sentido, la serie parece destinada a los fans concretos del grupo o al menos del sonido más rockero.
Pero por otro lado, lo más interesante surge del conocimiento de las sonoridades tan concretas y características que se han generado históricamente en cada una de las ciudades norteamericanas, asociadas en muchas ocasiones a géneros concretos, o en algunos casos traspasando incluso las barreras generacionales y vertebrando todo tipo de música creada en esas urbes.
De esta manera, cada capítulo adquiere una personalidad propia basada en la ciudad visitada y el trabajo realizado con el productor concreto. La contextualización se realiza mediante material de archivo y entrevistas a músicos que han participado en la historia de esos lugares, siendo la lista muy larga: Dolly Parton, Steve Earle, Emmylou Harris, Billy Gibbons, Chuck D, Ian McKaye, Chris Cornell, Joe Walsh o Buddy Guy entre otros, además de los propios miembros de Foo Fighters que comparten las sensaciones vividas en estas mecas de la música de las últimas décadas. Incluso podemos ver a Barack Obama hablando de su vida en Chicago.
Si tenéis ocasión de verla en DVD encontraréis en los extras versiones extendidas de las entrevistas.
En resumen, se trata de una serie ágil y entretenida, que aporta datos históricos interesante (sin llegar nunca a convertirse en un documental) pero con un aire personal e informal de road movie, que muestra, de manera sucinta pero honesta, la rica vida musical estadounidense durante el siglo XX en torno a 8 ciudades: Chicago, Washington D.C, Nashville, Austin, Los Ángeles, New Orleans, Seattle y Nueva York. Cada capítulo se cierra con la emisión de un videoclip de la canción grabada en esa ciudad y en el que queda sobreimpresionada la letra.
Y al celebrar el pasado glorioso no puede sino quedar una duda en el ambiente. ¿Será posible mantener esta riqueza y diferenciación local en estos tiempos de uniformidad cultural planetaria en la que cada vez es más difícil distinguir las características autóctonas musicales e incluso el lugar de procedencia de los artistas? ¿Es necesario que siga siendo así?
Vivimos un momento de cambio e incertidumbre. El tiempo resolverá estas dudas.