
Hay historias dentro de la música que merecen ser contadas, y la de N.W.A (Niggas With Attitudes) es sin duda una de ellas, con una banda cuyos miembros Dr. Dre, Ice Cube, Eazy-E, MC Ren y DJ Yella revolucionaron la escena del rap en EEUU en la segunda mitad de los 80 y primeros 90.
Como no podía ser menos, trata del ascenso y caída de un grupo de amigos de un gueto de una ciudad californiana -Comton- que no constaba en el mapa musical americano, y cuyo súbito estrellato es difícil de digerir por los cambios que conlleva: fama, dinero -y cómo repartirlo-, mánagers -y cómo estos se lo quedan-, guerras de ego y otra serie de problemas como la droga, y la violencia que si bien aparecen, son tratados con cierta indulgencia.
El contexto en el que surgió el grupo, es el de los barrios marginados, maltratados por la policía (el 2020 ha dado muestras de que los abusos continúan), con escaso futuro y donde la música constituye una válvula de escape en la que los músicos vuelcan todo lo que sucede a diario a su alrededor. Las letras de N.W.A fueron escandalosas en su momento pero como bien decían sus miembros, lo que reflejaban era el ambiente que vivían cada día.
Figuras representativas del gangsta rap, en la película aparecen los comienzos de artistas posteriores como Snoop Dogg o Tupac Shakur que protagonizarían junto a Notorious Big gran parte de la década del rap de los 90. Una escena musical que acabó autofagocitándose pero que sin duda ejerce gran atracción en el público, como suele suceder con las historias de autodestrucción de gente talentosa.
Si bien el papel transgresor y valiente de N.W.A es indiscutido, es una pena que la película se sitúe dentro de los cauces habituales de los biopics hollywoodienses y no arriesgue un poco más situándose en la línea de los artistas que retrata. Los actores están fabulosos y la música destaca sobre el resto así que sigue siendo una buena opción para pasar un buen rato con una de las bandas que cambió el panorama musical de EEUU.