
A estas alturas todos ya tenemos claro que todo lo que tenía que ver con Michael Jackson generaba una gran repercusión y se dotaba de una dimensión desmedida, y al ver todo ello años después, en frío, no queda duda del conflicto de ego que sufría y que se trasladó como nunca a esta producción.
No puede considerarse una película sino un popurrí de imágenes, canciones y vídeos con el «Rey del Pop» como protagonista, alternando su época como líder de los Jackson 5, con algunas imágenes de situaciones y catástrofes reales -con el buenismo habitual de los 80- y destacando en todo el conjunto, sus videoclips, que forman el núcleo de la «película».
Michael Jackson se convierte en esta narración en un salvador del mundo al más puro estilo cómic, mientras se revela como el ídolo de tres niños que siguen sus peripecias cuando se enfrenta al malo de la historia interpretado por Joe Pesci.
El desequilibrio de la cinta -guionizada por Michael Jackson si seguimos fielmente los créditos- se manifiesta sobre todo al final cuando llega el gran momento protagonizado por el videoclip de Smooth Criminal. Si hasta entonces podíais permanecer incrédulos o aburridos, esta impresionante escena -de mayor duración que el vídeo editado para la MTV- hará que merezca la pena la espera. Si hay buscar razones para que los videoclips sean considerados obras de arte, sin duda, Smooth Criminal estará entre ellas, con su ambientación años 20 en un garito de gángster contrabandistas y sus originales coreografías.
Una cita obligada para sus fans y una buena curiosidad para el resto de aficionados.
