SABÍAS QUE…
…esta semana se cumplen 50 años de la publicación de uno de los mejores álbumes de David Bowie?
El fabuloso Hunky Dory, su cuarto álbum de estudio, salía a la luz el 17 de diciembre de 1971, con canciones como Changes, Life On Mars?, Queen Bitch o The Bewlay Brothers. No sólo es uno de los mejores de su carrera, en el que consolidó unas dotes compositivas de gran promesa y complejidad, sino que pudo demostrar ya con fuerza su capacidad, más adelante tan reconocida, de dominar géneros, estilos y referencias dispares. Siempre con influencias e inquietudes tan variadas e interesantes, centradas en una visión muy cuidada de la estética y el hecho escénico, Bowie lo amasaba todo con buen gusto, humor y elegancia, y Hunky Dory es, además de un absoluto favorito personal, uno de los discos más reconocidos del rock.
Su anterior álbum, The Man Who Sold the World, tenía un sonido más duro, bastante oscuro, con canciones destacables como “Width of a Circle”, “After All” o el single homónimo, versionado posteriormente por gente como Lulu o Nirvana. Aquí, en cambio, Bowie se acercó al piano como fuente y herramienta para componer nuevas canciones. Hunky Dory (que en slang inglés significa «bueno» o «satisfactorio») es más redondo, más completo y, sobre todo, más luminoso. Changes, la canción inaugural, es vital, aunque con su toque existencialista (aquí nada es sólo una cosa). Con su riff sumamente reconocible y su “strange fascination fascinating me”, ésta es de primero de Bowie.
El piano, así pues, brilla a lo largo de todas las canciones: especialmente en el espectáculo que es Life On Mars de principio a fin, pero también en la alegre, extraña y sumamente pegadiza Oh! You Pretty Things; en la entrañable, cantable y abrazable Fill Your Heart (la única no compuesta por él),o enla maravillosa Quicksand, una de mis predilectas, un digno vagar de alma en crisis; un lamento rayano en el nihilismo, pero siempre elegante, que va creciendo en potencia y que tiene algunas de las líneas de piano más hermosas de todo el disco.
En Hunky Dory, Bowie saca a pasear su fascinación por lo “americano” (estadounidense), con canciones-homenaje confesas. Andy Warhol, Song for Bob Dylan y Queen Bitch, alegoría explícita de la Velvet Underground, muestran su afición tanto por los talentos musicales más brillantes de su tiempo reciente como por la figura quintaesencial del brilli-brilli de la época, el rey del arte pop. La más interesante, la última, es sumamente pegadiza y hecha con la gracia y el embiste de la juventud que toma prestado de los mejores, cuando imitar es la mayor forma de apreciación y aprendizaje.
Los músicos con los que grabó el álbum serían fundamentales para su sonido, no sólo aquí, sino también en sus dos discos siguientes, cruciales en su discografía (The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars y Aladdin Sane). Me refiero especialmente a Mick Ronson, guitarrista consumado con pelete y arreglista de primerísimo orden, responsable de algunos de los momentos armónicos más memorables de este disco, pero también de que el maravilloso Transformer de Lou Reed sonara como sonara, entre otros; y a Trevor Bolder, el bajista con patillas imposibles.
The Bewlay Brothers, descrita como su “balada más densa e impenetrable”, una experiencia de lo oculto y lo denso:
Es fácil escribir sobre David Bowie, pero no lo es hacerlo objetivamente cuando tus años musicalmente mozos estuvieron marcados por una fascinación por su figura y sus canciones. ¿Cómo no iba a ser fascinante? Era abiertamente teatral, con referencias desde lo más mundano a lo más exótico o refinado. Era ampuloso, pero nunca vulgar. Era atrevido, pero no hortera (hasta que llegaron los 80, pero es que ¡eran los 80!). Era alguien que, sin ser necesariamente homosexual (aunque jugase con el equívoco), hizo explotar los estereotipos estéticos de género, que se pasó por el forro del kimono. Era un artista que hacía rock, un roquero que amaba la literatura, la filosofía, sin duda la peluquería y muy especialmente el vestuario y el maquillaje; un creador de personajes y universos que elevaban el hacer discos de rock a la categoría de una verdadera obra de arte andante. Y además creó esta maravilla, esta mole sonora de grandeza cinematográfica y palpable que es Life On Mars?
La canción empezó con una frustración: nuestro hero había sugerido una letra propia para acompañar una nueva canción de Frank Sinatra, pero fue rechazada. La canción pasó a tener letra de Paul Anka y se llamó My Way. Quizás te suene. Despechado, Bowie cogió esa canción como base para escribir Life On Mars casi como parodia del éxito de Sinatra. Si intentas inventarte una anécdota así, no te sale… es lo que tiene el rocanrol. Una vez más con los arreglos sublimes de Ronson y, una vez más (como ya hizo con Space Oddity), esta canción es una suerte de cuento extraño y sideral donde cualquiera, por inadaptado que se sienta, encontrará un lugar seguro y, sobre todo, bello. Bowie en la cúspide. Bowie en Marte. Bowie, siempre grande.