THE SADDEST SONG IN THE WORLD

¿Estáis cansados de los biopics sobre artistas geniales? ¿os aburren las películas que os muestran como la sociedad no supo reconocer el genio de algún artista que por otro lado era un egoísta total? ¿estáis fatigados de ver películas sobre música y que sean siempre iguales?
Pues si no conocéis esta película, todo eso tiene solución. Y si tuviera que destacar algo en concreto, diría que el argumento no es lo más importante de esta historia, sino la forma, cómo está narrada la historia es lo que la convierte en una apuesta diferente.
Su director, el canadiense Guy Maddin destaca por su búsqueda de vías no convencionales para narrar sus historias, y para ello recurre como fuente al primer cine sonoro así como al cine mudo. Mediante filtros y uso del blanco y negro granulado reproduce la estética de aquellos primeros tiempos recurriendo a muchas convenciones de aquel momento.
Los diálogos destacan por su surrealismo aunque ahí hay que señalar que gran parte del mérito debe atribuirse al novelista Kazuo Ishiguro transformado en esta ocasión en guionista y cuya prosa onírica y evanescente se acopla a las mil maravillas a este artefacto fílmico.
En plena época de la depresión económica de los años 30 se plantea la celebración de un certamen para encontrar la canción más triste del mundo para lo cual se invita a participantes de todo el mundo.
El humor está presente en toda la película aunque como en el resto de ingredientes, no es convencional lo que no impide que haya grandes momentos como los duelos interpretativos entre países en los que vemos interpretando las canciones más tristes del mundo a percusionistas cameruneses, gitanos flamencos salidos de cuadros de Goya, gaitas escocesas, un pianista inclinado sobre un piano destartalado…todo ello mientras suena una bocina al estilo de los partidos de baloncesto o hockey americano y con sus cartelitos de EEUU vs Spain.
Otro de los momentos memorables es un pequeño «vídeo musical» mientras suena The song is you, que funciona como leitmotiv durante gran parte de la cinta y cuyo material es desarrollado en la banda sonora a modo de música de los años 40.
Sin duda, es una apuesta arriesgada y seguro que quienes no entren en la historia pueden acabar aborreciéndola. Pero quienes conecten, se desvinculen de prejuicios y se dejen llevar obtendrán una grata sorpresa.