Terrorista solista 15: Frank Mills

Miradlo, ¡qué buen tipo, qué bonachón, qué bonhomía! Seguramente pensáis que esta vez me he pasado tachando de terrorista a este pobre ciudadano medio… Pero no.
Procedo.
Los años que van desde finales de los 60 nos trajeron un vendaval de revoluciones musicales encadenadas que forjarían potentes estilos como el rock, el soul, el funk, la música disco, el inicio de la electrónica…
Pero para algunos esto no significaba nada. Frank Mills junto a otros terroristas como Richard Clayderman o Luis Cobos descubrieron lo hortera que podía ser poner batería y bajo a un piano que rebosa babas y empalago. Sabían que era indigerible y de mal gusto pero no dijeron nada y lo lanzaron al mercado.
Siendo justos, ellos también tenían que comer pero eso no justifica que nosotros tuviéramos que devolver. Pasado el tiempo y guardando silencio ante los que compraron estos discos (os perdonamos, pero no olvidamos), es nuestro turno de disfrutarlo como se merece. Ahora que lo vintage (creo que cuando lo usan quieren decir kitsch) está de moda, ponedlo bien alto y que se enteren vuestros vecinos de que tenéis mierdadelabuena. Por cierto, tened la precaución de no ponerlo delante de ningún septuagenario porque entonces querrá bailar con vosotros mientras escucháis: «pero que música tan bonita se hacía antes, ¡a ver si aprendéis!.
Os dejo con su tema principal: MUSIC BOX DANCER . Al loro con la sobreimpresión de la bailarina a la que Frank mira con ojos pederastas.
Pasados los años, la canción sigue igual de fresca que en su estreno, es decir, NADA. Fijáos en los espectadores entregados. ¿En qué momento la vida se tuerce y acabas pasando el sábado noche en un concierto así?
Frank hizo gira internacional lo que posibilitó que playbackeara en la TVE para deleite inasosegable de la audiencia bicanal.
Y entonces Mari Cruz Soriano estuvo al quite, y se cascó una versión…Perdón, tocó la canción tal cual de Frank para toda la audiencia patria, suponemos que como previa a la aparición de Espinete y Don Pimpón.
Ahora que lo pienso, este tío es Canadiense. ¿Qué coño les pasa en ese país? Soy yo, o ¿son muy raros?
El hombre no tiene la estridencia ni bocachanclismo de Luis Cobos y es más agradecidamente discreto que Richard Clayderman lo que hace que sus portadas sean tolerables ganando por goleada esa en la que salen todos en torno a Frank y su piano, haciendo bueno el dicho canadiense: Más valen veinte whiskys en el gaznate que escuchar sobrio a este botarate.



De propina os dejo con otra actuación televisiva . Disfrutad de su americana rosa chicle y de esos focos dorados tan discretos de la época. ¡Ah!, el piano es blanco, pero supongo que eso lo sabíais antes de empezar.