Oish, pero qué bonito. Ahora que la esencia de San Valentín todavía está entre nosotros, es un buen momento para recordar que las personas que poblaron la tierra antes que nosotros van más allá de los cuatro párrafos que describen las características de sus sociedades en los libros de historia. Como nosotros, eran personas que tenían su oficio, sus preocupaciones, necesitaban comer, a veces la comida les sentaba mal y tenían que correr al váter para no desgraciar sus ropajes… Y por supuesto, se enamoraban.
Los artistas, ya de por sí pasionales, han creado algunas de sus mejores obras cuando han sucumbido a los encantos del amor, algo que, aunque suene bonito, no tiene por qué acabar con las partes involucradas siendo felices y comiendo perdices, como podremos comprobar. Sea para bien o para mal, hoy os voy a presentar una serie de composiciones que tienen su origen en una declaración de amor.
Robert Schumann- Fantasía en Do mayor: Empezamos la lista con una pareja bien conocida. Esta pieza, que originalmente iba a ser un homenaje a Beethoven y cuyos beneficios se destinarían a construir una estatua en su honor, tomó una deriva distinta cuando el padre de Clara Wieck, la futura esposa de Robert, prohibió verse a la pareja, dado que no aprobaba en absoluto su relación. La fantasía fue una obra en la que Schumann depositó todos sus sentimientos hacia Clara, regalándonos de paso una obra capital en la historia del piano, que él mismo describió como su trabajo más pasional.
Hector Berlioz- Sinfonía fantástica: Si hay una composición en la que merece la pena detenerse un poco más que en las demás, esa es la Sinfonía fantástica. La historia de amor, tragedia, triunfos y celos que rodea a esta obra es casi Shakesperiana, lo cual es irónico teniendo en cuenta que todo empieza en una representación de Hamlet. Berlioz se enamoró perdidamente a primera vista de la actriz Harriet Smithson, a la que vio haciendo de Ofelia en dicha obra, causando en él una obsesión como no os podéis imaginar. Ante el continuo rechazo de Smithson, Berlioz compuso esta sinfonía como un retrato de sí mismo, en el que se narra la desesperación de un artista por un amor perfecto e inalcanzable, que le lleva a la locura. Cuando Smithson escuchó finalmente la obra y percibió que trataba sobre ella, accedió a casarse con Berlioz, llevando esta historia a un final de cuento. O al menos habría sido así si la historia concluyera aquí, pero resulta que a partir de este punto las cosas empezaron a ir de mal en peor. La vida en pareja de Berlioz y Smithson coincidió con la creciente fama de él y la decadencia de la carrera de ella, algo que no le sentó muy bien a Smithson y que empezó a pagar con el pobre Berlioz, quien tuvo que aguantar una actitud muy agresiva por parte de la actriz hasta el punto de acabar con el matrimonio. Tras su ruptura, la precaria salud de Smithson, unida a su tormento personal y los vicios en los que cayó cuando comenzó su declive, hicieron que acabara muriendo unos años después de separarse de Berlioz.
Fred Hersch- Valentine: Con permiso de los puristas, voy a considerar esto música clásica. O al menos esta versión en concreto de Valentine, basándome en la influencia y carrera clásica de Hersch y en que esto es un arreglo hermético pensado para ser tocado siempre de esta manera. Hersch compuso esta miniatura un día de San Valentín sirviéndose de un temporizador de cocina, un ejercicio para obligarse a componer más rápido. En un principio la compuso en el contexto del jazz, pero la insistencia de algunos pianistas cercanos hizo que se sentara a escribir un arreglo “oficial”, que resultó en una miniatura que trasciende géneros.
Olivier Messiaen- Tema y variaciones: En el artículo dedicado a música de cámara sencilla para tocar os recomendaba esta pieza, aunque advirtiendo que quien decidiera tocarla no pasara del tema principal, debido a que la obra entera supone un reto incluso para músicos experimentados. Ahora que solo vamos a escucharla, os extiendo la recomendación a la obra entera, aunque igualmente es música cuya audición puede resultar difícil a pesar de su gran calidad. El Tema y variaciones fue un regalo de bodas que Messiaen hizo a Claire Delbos, una conocida violinista que fue su primera esposa. Como podréis apreciar, se trata de un regalo de bodas… un tanto especial, ya que la obra es bastante oscura y disonante, y de hecho, algo que resulta muy intrigante sobre esta composición es que se podría afirmar que predijo el destino de Delbos, quien tras una intervención médica fallida empezó a sufrir pérdidas de memoria que la dejaron internada en un psiquiátrico. Es en concreto la reaparición del tema principal al final de la obra la que parece reflejar esta historia, ya que, tras el triunfal y majestuoso retorno del tema, que podríamos relacionar con la pasión y alegría de unirse en matrimonio, la música empieza a descender a un pesimismo que dura hasta el final de la obra, que parece querer retratar la caída en desgracia de una Claire Delbos sumida en una amnesia permanente hasta el fin de sus días.
César Franck- Sonata para violín: Una composición para el amor de otra persona. Franck, que durante la mayor parte de su vida tuvo solo un éxito moderado, decidió emplear esta sonata como regalo para la boda de Eugène Ysaÿe, celebérrimo violinista en su época y que sigue siendo admirado por los músicos de nuestro tiempo, especialmente por sus complejas composiciones. Desde el momento en que Ysaÿe tocó por primera vez esta obra (en su propia boda) decidió que la mantendría en su repertorio durante el resto de su vida, y prometió al compositor que la daría a conocer como fuera. La difusión que hizo Ysaÿe de la sonata consiguió que Franck se convirtiera por fin en una figura destacada del panorama musical, pudiendo disfrutar de un gran reconocimiento aunque solo fuera en los últimos años de su vida.
Schumann- Wigmund: Y de nuevo nos encontramos a Schumann. No es para menos, ya que su romance con Clara tal vez sea la más célebre historia de amor de toda la música clásica. Esta canción pertenece al ciclo de canciones Myrthens, que Robert dedicó a Clara como regalo de bodas, habiendo acabado ya el litigio con su padre. Wigmund, aparte de ser la más conocida, también es la canción más apasionada del ciclo, donde podemos ver con más claridad la devoción que este sentía por Clara tanto en la música que compuso como en el poema que decidió adaptar.
Richard Strauss- Morgen: Un caso muy parecido al de Schumann. Strauss también regaló a su mujer, la cantante Pauline de Ahna, un ciclo de canciones para su boda. Morgen es la canción que cierra el ciclo, y también la más íntima y serena de todas, hablando de la vida, el mañana y la unión entre dos personas. Existen muchas versiones de Morgen, entre ellas otra que hizo el propio Strauss al orquestar el ciclo entero, pero ninguna de ellas alcanza el intimismo y la necesaria sobriedad interpretativa de la versión original, para piano y voz.
Antonin Dvorak- Concierto para violoncello: Vamos a acabar con un amor que jamás se consumó. En su juventud, Dvorak se enamoró de la actriz Josefina Cermáková, cuya hermana acabaría siendo su esposa. A pesar de que este amor no fue correspondido, Dvorak mantuvo siempre una gran amistad con Josefina y su marido, a los que visitó a menudo junto a su mujer. Con el paso del tiempo, la salud de Josefina empezó a empeorar severamente, haciendo temer lo peor a sus allegados. Dvorak, que en aquel momento estaba componiendo su Concierto para cello, introdujo en la obra una breve cita a Lasst mich alein, una canción compuesta por él mismo y que Josefina consideraba de sus favoritas. Josefina murió unas semanas más tarde de que Dvorak acabara de componer el concierto, en el que rindió un homenaje al que fue su primer gran amor.