Jazz in the bitersweet blues of life

En 2021, Wynton Marsalis cumplió 60 años de los cuales 40 han sido años en activo en los que sus tareas se han multiplicado abarcando la interpretación, la composición, las conferencias, los conciertos pedagógicos y sobre todo, su papel al frente del Lincoln Center en el área de jazz para el cual ha conseguido unos fondos y repercusión que nadie esperaba cuando comenzó su tarea.
Ello, le ha posibilitado ser la cara más visible y oficial del jazz en América convirtiéndose en un embajador de “la música clásica americana” del siglo XXI en el resto del mundo.
Este libro fue escrito en realidad por Carl Vigeland que fue invitado a pasar unas semanas con el Marsalis y su septeto. Fruto del viaje es esta recopilación que incluye descripciones de los lugares visitados -tanto grandes ciudades como medianas y realmente pequeñas-, las horas de autobús junto a los miembros de la banda, las costumbres y diálogos habituales entre músicos, los conciertos realizados y las sesiones pedagógicas enfocadas a presentar a los jóvenes una música que en muchas ocasiones les es desconocida.
Escuchamos la voz del narrador pero también se insertan reflexiones o retazos de conversaciones con el genial trompetista.
Es evidente que la institucionalización que ha invadido el mundo del jazz ha permitido su inclusión en auditorios y salas de conciertos, la potenciación de su estudio de forma reglada y la aparición de multitud de estudios universitarios sobre la materia.
De hecho la faceta pedagógica es uno de los factores más importantes de la carrera de Marsalis que se patea América de arriba abajo dando conciertos en institutos de todo el país.
Pero la institucionalización también ha conllevado la inmovilización del canon jazzístico por parte de un determinado sector del cual Marsalis es su cabeza visible, situando el centro de gravedad del estilo en toda la música anterior a Coltrane -último eslabón aceptable- y cualquier estética o sonido que no remita a esos momentos no es verificada por este sector como auténtica.
De ahí algunas de las tajantes opiniones de Marsalis que niegan la musicalidad de otros movimientos como el funk, el soul o el hip-hop (al que dedica auténticas diatribas) horrorizándole cualquier mezcla del jazz con esas variantes de la música negra -no dejan de ser otros caminos recorridos por músicos de su misma raza-.
¿Cómo será visto Marsalis en el futuro? ¿Salvador de los apocalípticos o Satán para los integrados?
Echad un vistazo a este libro o a cualquiera de sus intervenciones y decidid vosotros mismos.