
Película de cine independiente americano con todas las virtudes y defectos de esta manera de hacer cine.
Básicamente es una comedia musical en torno a una pareja con problemas conyugales importantes que se pasa el día discutiendo y cuya relación se haya en un callejón sin salida. Ya están en la treintena y mientras sus amigos parece que ya tienen planificada su vida laboral y personalmente (aparecen los primeros hijos en el grupo de amistades), ellos se suman en un caos de trabajos precarios y ausencia de planes o ilusiones.
Es en realidad una revisión de la guerra de sexos habitual en el cine donde él es un desastre que no lava platos y ella una planificadora excesiva y resentida. Los dos fuman porros para salir de los aprietos. Una visión algo simplificada intentando que se decante del lado de la comedia.
Un día y de casualidad, cogen un bajo, una guitarra y unos micros y descubren que mientras hacen música desaparece la tensión entre ellos y son capaces de decirse las verdades a la cara. Entonces deciden unir a su grupo a su vecino para que toque la batería y se lanzan a tocar en micros abiertos, primero con la simple intención de pasarlo bien y más tarde con la convicción de que podrían sacar un disco.
Una película sencilla que destaca la música como medio para comunicarse (eso sí, de manera bastante naif). Sin pretensiones.