
Steve Reich es junto a Philip Glass el compositor de música minimalista más importante y conocido. Esta corriente que surgió con fuerza en las décadas de los 60 y 70 en los EEUU ha de verse dentro de la corriente contracultural que atravesaba la cultura de todo el país en esa época y es por ello que, a pesar de ser interpretada en auditorios y formar parte de las historias de la música clásica, no ha de perderse de vista su vinculación con otras músicas que constituyen una fuente de inspiración al margen de los compositores clásicos.
El propio Reich lo explica durante el documental, desgranando sus encuentros con Berio o Milhaud pero dejando claro que conocía la vanguardia preponderante en aquellos días -Segunda Escuela de Viena- pero que su inspiración estaba en otras sonoridades anteriores como Stravinski, la percusión africana y los discos de improvisación modal de John Coltrane que para él fueron una influencia clave -sobre todo la etapa con el sello Prestige-.
Su elección de unos materiales mínimos a partir de los cuales construir su música en base a la repetición y sobre todo, su uso de la tonalidad fueron considerados en su día como una capitulación retrógrada por los más vanguardistas. Pero en retrospectiva, fue uno de los primeros casos de artistas del siglo XX que reniegan de la «predestinación histórica» para volverse hacia los materiales interesantes para ellos a espaldas de las corrientes generales. Su caso recuerda al del pintor británico Francis Bacon que decidió “volver” a la figuración en plena abstracción.
El documental permite escuchar al propio autor expresando sus opiniones -bastante humildes y alejadas del dogmatismo de Boulez o Stockhausen a quienes alude- y explicando de donde vienen sus fijaciones por la repetición y los delays entre voces que aparecen en muchas de sus obras.
Su obra supone una interrogación sobre qué es la música y por qué nos conmueve y la escucha de sus creaciones nos obliga a tomar parte en la cuestión.