Homenajes musicales: El arte de la dedicatoria

A la hora de rendir tributo a alguien en el mundo de la música, nos podemos encontrar con  que los compositores han sido tan creativos a la hora de encontrar formas para hacerlo como para componer su música. De hecho, existen géneros musicales concretos utilizados por los músicos para homenajearse entre sí, y que van más allá de simplemente escribir un nombre bajo el título de la composición.

Cuando abrimos una partitura por la primera página, es habitual ver que la obra que estamos consultando está dedicada a un mecenas, un noble, compositor, profesor… y aunque se pueda observar esto con frecuencia, y que nos pueda dar información interesante acerca de las relaciones que los compositores tenían con la sociedad y entre ellos, a nivel musical acaba siendo algo irrelevante que no tiene ningún efecto sobre el contenido de la pieza.
En el caso de los géneros que vamos a ver ahora, el dedicatario acaba afectando profundamente la manera en la que está compuesta la música, o como mínimo obliga al compositor a situarle en un contexto que tenga sentido.

Obviamente, tratándose de homenajes, la muerte iba a aparecer por algún lado. Y ninguna palabra viene tan rápido a la cabeza al hablar de estos dos temas como “Elegía”. Original de la poesía, la elegía es un lamento hacia un fallecido, un género que se popularizó entre los músicos durante el romanticismo. Normalmente no tiene por qué hacer referencia a nadie en el título, y de hecho, ni siquiera tiene por qué haber muerto alguien para componerla, ya que un compositor la puede publicar simplemente para disfrutar de su atmósfera o carácter, como hacemos con un nocturno.
Algunas elegías famosas serían las de Rachmaninoff o Fauré, que son buenos ejemplos de piezas que existen porque sí, pero la elegía que me gustaría señalar sí que tiene un dedicatario concreto, que influyó en el material con el que se compuso la música.

Esta pieza ya apareció en el artículo sobre posibles hits del futuro, pero me viene genial repetirla para explicar este ejemplo. El compositor Arno Babadjanian dedicó esta obra a su maestro Aram Katchaturian tras su muerte, y siendo los dos armenios, decidió usar como melodía una canción de Sayat Nova, un poeta y músico muy icónico en su país.

Muy parecidos a las elegías son los “In memoriam”, otro concepto familiar tanto fuera como dentro de la música. En este caso sí que están compuestos siempre con alguien en mente, ya que su nombre tiene un significado mucho más concreto que el de elegía, y también suelen hacerse imitando el estilo del fallecido, aunque depende del compositor decidir hasta qué grado referenciar al homenajeado. Un ejemplo bastante célebre sería el del “Cantus in Memoriam” de Arvo Pärt, dedicado a Benjamin Britten pero compuesto claramente en el estilo de Pärt, algo que podréis comprobar a poco que escuchéis un grupo de obras de este compositor.

Hay muchos in memoriam musicales, pero un buen ejemplo donde se ve claramente al compositor imitando al homenajeado es una desconocidísima pieza del intérprete (y a veces compositor) Cypren Katsaris, dedicada a Mozart y compuesta como si fuera un trabajo más de este.

Entrando en el mundo de los vivos, podemos empezar a hablar de géneros estrictamente musicales para homenajear a otros compositores, como el “A la maniére”. Se trata de un tipo de composiciones breves en el que los músicos buscan expresamente escribir algo en el estilo de otro compositor de la manera más precisa que se pueda. Una persona a destacar por su variedad de ejemplos es el italiano Alfredo Casella, que tiene todo un grupo de composiciones basado íntegramente en esta idea, y de la que aquí podemos ver como ejemplo su interpretación de Strauss:

Volviendo a los homenajes a quienes ya no están aquí, nos encontramos con un género cuya historia se remonta al barroco, que es “Le tombeau” (La tumba). Se trata de una versión a la francesa del “Lamento”, un género italiano muy popular durante el renacimiento y principios del barroco, cuyo ejemplo más famoso probablemente sea el “Lamento della ninfa” de Monteverdi.
Ambos tipos de música están pensados para homenajear, por lo general, a músicos fallecidos, aunque la principal diferencia entre ellos es que los lamentos suelen estar formados por acordes concretos con una línea de bajo característica del género, mientras que las tombeau son composiciones más libres y que generalmente citan a alguna obra del fallecido.

Una de las tombeau más interesantes con la que me he encontrado es la dedicada a Debussy, y que no es simplemente una composición sino un proyecto grupal comisionado por la revista musical La Revue en 1920, en el que se pidió a varios compositores de primera línea que escribieran una pieza con su propio estilo pero reflejando la estética de Debussy, dando lugar a una curiosa amalgama de colaboradores que incluían, entre otros, a Bartók, Ravel, Stravinsky, Dukas o Satie.
A pesar de la cantidad de pesos pesados (especialmente franceses) que participaron en Le tombeau de Debussy, la pieza que se ha acabado popularizando más es el Homenaje de Manuel de Falla, que podéis escuchar a continuación:

Y ya para acabar, vamos a ver el método de homenaje más curioso de todos, que es el de hacer una melodía a partir de un nombre. ¿Cómo se hace esto? Depende de cada caso. Hay compositores que tienen un sistema propio para transformar las notas en letras, o también es posible utilizando los nombres que se le dan a las notas en sistemas como el alemán o el americano. Puede sonar raro, pero es algo que se ha hecho con cierta frecuencia, y existen ejemplos célebres como el matrimonio Schumann o  Dmitri Shostakovich, en cuyas obras podemos encontrar los nombres de la pareja o de sí mismo, respectivamente.

Una obra muy famosa que utiliza este método es el “Menuet sur le nom de Haydn” de Ravel, cuya melodía se basa en el apellido del compositor austríaco, pero debido a que no estamos aquí para quedarnos con obras famosas, vamos a recurrir al propio Ravel para conseguir una alternativa, en la forma de una pequeña joya desconocida para piano y violín, consistente en una canción de cuna basada en el nombre completo de Gabriel Fauré, que fue su maestro.

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Author: Rafa Roca

Barcelona, 1.996. Titulado superior de piano clásico en el Conservatorio del Liceo. Siento un hambre voraz por todo tipo de música, que me ha llevado a realizar proyectos en varios ámbitos tanto de la música clásica como de la moderna, entre los que se incluyen varios recitales de piano solo, actividad docente, una actuación en el Salón del Manga, la creación del grupo Porbou o incluso un pequeño dúo con Chick Corea. Tengo un especial cariño a la música desconocida o infravalorada, que siempre intento dar a conocer ya sea programándola en mis conciertos, haciendo difusión en mis clases o con los artículos que podéis leer en este blog.

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